Según una nueva teoría formulada por dos físicos de Harvard, los cometas podrían haber llevado organismos terrestres hasta planetas habitables de otros sistemas solares
FUENTE: ABC
Imagine el siguiente escenario: hace varios miles de millones de años, en una época durante la que enormes colisiones perturbaban todo el Sistema Solar, un gran cometa pasó rozando la Tierra. No llegó a chocar con ella, pero se acercó lo suficiente como para atravesar su atmósfera antes de seguir su camino a través del espacio. Al hacerlo, una miriada de microorganismos que flotaban en el aire de aquella Tierra primitiva fueron arrastrados por la enorme roca helada.
La mayoría de ellos murió, pero algunos terminaron incrustándose y anidando muy por debajo de la superficie del cometa, donde llegaron a través de sus numerosas grietas y poros. Y allí se quedaron, protegidos por la propia roca de la dañina radiación espacial, en un viaje de miles, o incluso de millones de años.
En su interminable recorrido el cometa terminó por encontrarse, mucho tiempo después, con otro sistema solar con mundos habitables. Pero esta vez no tuvo tanta suerte y se precipitó contra uno de ellos, depositando allí los microbios terrestres. A partir de ese momento, la vida empezó a abrirse paso en ese mundo lejano.
La idea puede parecer alocada, pero es exactamente lo que dice una nueva teoría propuesta por Amir Siraj y Avi Loeb, los dos físicos de la Universidad de Harvard que propusieron, en su día, que el cometa Oumuamua podría ser una antigua nave interestelar inactiva desde hace mucho tiempo.
Por supuesto, resulta imposible saber si esa forma de «panspermia interestelar» sucedió realmente alguna vez, y no faltan razones para ser escépticos. Pero en su nuevo trabajo, Siraj y Loeb sostienen que por lo menos la primera parte de la historia (microbios arrastrados por un cometa que finalmente abandona el sistema solar), debería de haber ocurrido varias docenas de veces a lo largo de la historia de la Tierra. De hecho, opinan los científicos, existen poderosas razones que llevan a pensar que algo así es realmente posible.
Los indicios de la panspermia
Para empezar, una serie de experimentos llevados a cabo con pequeños cohetes en la pasada década de los 70 encontró prósperas colonias de bacterias en la atmósfera superior, a una altura comprendida entre los 50 y los 80 km. Y también es un hecho que, en ocasiones, algunos cometas entran y salen del sistema solar. También es relevante el hecho de que a menudo los cometas son muy porosos y podrían proteger durante largo tiempo a microbios de las mortales radiaciones del espacio. Para los investigadores, son motivos más que suficientes para que los científicos se planteen en serio esa posibildad e investiguen sus detalles.
No queda claro, sin embargo, el modo en que los microbios podrían adherirse a un cometa que cruza la atmósfera a toda velocidad. Ni tampoco que, de conseguirlo, logren después sobrevivir, o quedar en estado latente, durante periodos que pueden llegar a ser de cientos de millones de años, el tiempo necesario para que el cometa alcance algún exoplaneta habitable. Se sabe que algunos microbios pueden resistir incluso durante décadas las duras condiciones espaciales, pero eso apenas les permitiría llegar a Marte…
Conscientes de esas limitaciones, Siraj y Loeb piden a la comunidad científica que investigue. Para apuntalar su teoría, será necesario primero conocer exactamente cómo es la biología de la atmósfera superior, y cómo los cometas podrían reaccionar ante ella. Los investigadores afirman que existen buenas razones para pensar que por lo menos algunas bacterias lograrían sobrevivir a viajes extraordinariamente largos a través del espacio profundo. De hecho, muchas de ellas consiguen prosperar en la Tierra y en la atmósfera incluso en las condiciones más duras. Por eso, Siraj y Loeb piden a los científicos de todos los campos que intervengan y empiecen a rellenar los huecos.