Para ello los investigadores utilizarán las extrañas propiedades de dos agujeros negros entrelazados

FUENTE: ABC

Un equipo de físicos del Instituto de Tecnología de California se dispone a construir, en laboratorio, uno de los objetos teóricos más buscados del Universo: un agujero de gusano, esto es, un túnel espaciotemporal que comunica de forma instantánea dos puntos lejanos, sin importar la distancia a la que ambos se encuentren.

Para conseguirlo, los investigadores proponen recrear los efectos que, en el espacio, tendrían dos agujeros negros entrelazados. El entrelazamiento es un curioso fenómeno de la Mecánica Cuántica (profusamente utilizado por los físicos aunque aún no bien comprendido) que permite que una partícula reaccione de inmediato ante cualquier cambio que sufra la partícula con la que está entrelazada, incluso si ambas se encuentran en extremos opuestos del Universo.

Según se explica en la revista Quanta, la idea más establecida nos dice que nada, ni siquiera la luz, puede escapar de la inmensa gravedad de un agujero negro. Y eso significa que cualquier información que cruce el horizonte de sucesos (la línea de no retorno, tras la cual ya no es posible el regreso) quedará encerrada por toda la eternidad en el interior del agujero.

Sin embargo, desde hace ya unos años distintas investigaciones indican que dos agujeros negros entrelazados deberían ser capaces de transmitirse información el uno al otro, en lugar de destruirla para siempre.

En ese sentido, los agujeros negros estarían recreando un fenómeno bien conocido, el de la teleportación cuántica, ampliamente utilizado en la construcción de ordenadores cuánticos y que consiste en enviar información encriptada de una máquina a otra.

Circuitos cuánticos

Por supuesto, crear y entrelazar dos agujeros negros en laboratorio es algo que está completamente fuera de nuestro alcance, pero sí que sería posible construir circuitos cuánticos que, según los primeros modelos puestos a punto por los investigadores, se comportarían exactamente de la misma forma en que lo harían dos agujeros negros entrelazados. Dicho de otra forma, el sistema resultante no solo recrearía la actividad de un agujero negro, sino que sería indistinguible de uno real. Algo ciertamente desconcertante.

Si todo funciona, entonces sería posible introducir información en uno de esos agujeros negros simulados y, después de un pequeño intervalo, recogerla intacta emergiendo del otro agujero.

El sistema es completamente diferente de lo que se consigue con las actuales técnicas de teleportación cuántica, con las que la información introducida emerge totalmente codificada y necesita, antes de poder utilizarse, ser descifrada por el receptor, lo que hace que todo el proceso sea más lento y también menos preciso, debido a los posibles errores de la computadora en el proceso de lectura.

Agujeros negros entrelazados, agujeros de gusano, teleportación cuántica… La idea, desde luego, parece extraída de una novela de ciencia ficción, pero nada más lejos de la realidad. Se trata, más bien, de una sugerente forma de mejorar la aún incipiente tecnología de la computación cuántica. Recrear y entrelazar las extrañas propiedades de los agujeros negros significa que la teleportación cuántica se haría mucho más deprisa de lo que hoy es posible. Lo cual redundaría en el rendimiento y la velocidad de las futuras generaciones de ordenadores.