FUENTE: CUIDATE PLUS
Apretar o rechinar los dientes involuntariamente y de forma continuada en el tiempo. En esto consiste, básicamente, el bruxismo, un problema que, como explica a CuídatePlus Javier González Lagunas, jefe del Servicio de Cirugía Maxilofacial del Hospital Quirón Salud de Barcelona, afecta a entre un 10 y un 20 por ciento de la población (dos de cada 10 españoles lo padecen, según la Sociedad Española de Ortodoncia).
“Los bruxistas suelen hacer dos tipos de movimiento: apretar los dientes fuertemente entre sí o bien frotarlos con movimientos anormales. Existe una clara relación con el género, tal y como han evidenciado varios estudios, según los cuales, el bruxismo afecta prácticamente al doble de mujeres que de hombres”, dice González Lagunas.
Conocido como el habito silencioso, puede producirse tanto de día como de noche, siendo el nocturno el más problemático por ser más difícil de controlar y detectar (suele ser la pareja del paciente quien se da cuenta del problema. “Las personas que bruxan mientras duermen suele despertarse cansadas, con dolor en los músculos de la cara o incluso con dificultad para abrir la boca. Es, después del insomnio y el ronquido, la alteración del sueño más frecuente”, señala el experto.
Línea directa con el factor emocional
Los desencadenantes más importantes del bruxismo son la ansiedad y el estrés, presentes en la mayoría de los casos. “De hecho, los pacientes con ansiedad pueden tener una incidencia de bruxismo tres veces mayor”, afirma González Lagunas.
Es precisamente ese nexo con el estado emocional la principal razón que explica que el bruxismo se haya ido posicionando como un problema al alza. “A nuestras consultas llegan cada vez más pacientes con esta enfermedad, sobre todo en las grandes ciudades y en edades comprendidas entre los 35 y los 40 años (aunque puede presentarse a cualquier edad), debido principalmente al ritmo de vida actual. Se debe principalmente al estrés pero también influyen otras circunstancias como el número de horas que pasamos sentados, la disminución de la actividad física y una dieta rica en azúcares y carbohidratos, entre otros factores”, nos comenta Berta Uzquiza, odontóloga de Gestión Asistencial de Sanitas Dental.
En este sentido, y de acuerdo con el Estudio Salud Bucodental 2017, realizado por Sanitas, se observa un incremento del 5,9 por ciento en la frecuencia de visitas al dentista a causa del bruxismo respecto al primer informe (realizado en 2015).
“Por otro lado, existe una estrecha relación entre las enfermedades bucodentales, como el bruxismo, y la calidad del sueño. Según un estudio publicado en el Journal of Clinical Sleep Medicine, el 90% de las personas con bruxismo nocturno presentan apnea del sueño en alguno de sus estadios, por lo que su vínculo es innegable”, añade Uzquiza.
La importancia de consultar al primer ‘rechinar’
“El bruxismo es una enfermedad crónica, aunque si se somete a un tratamiento adecuado, el paciente puede convivir con este problema de una forma natural y sin dolor”, señala Javier González Lagunas.
Debido a esto, los expertos insisten en la importancia de acudir al dentista ante la primera sospecha de bruxismo, fundamentalmente para confirmar el diagnóstico y, también, mitigar el impacto que se haya podido producir en la cavidad oral.
“Cuanto antes se aborde, mejor. Y es necesario ir a la consulta ya que es ahí donde se puede valorar el origen del problema a través de un estudio personalizado al detalle (historia clínica, exploración física), para así llevar a cabo el tratamiento más adecuado. Hay que tener en cuenta que aunque su causa suele ser psicológica o emocional, también puede estar producido por factores morfológicos, como ocurre, por ejemplo, en los casos de maloclusión dental (la tensión no se distribuye de la manera correcta, lo que favorece que los dientes realicen una presión desfavorable); y en algunos casos están implicadas algunas patologías neurológicas”, explica a CuídatePlus Daniela Carranza, odontóloga y codirectora del Instituto Profesor Sada.
Las consecuencias de padecer bruxismo y no tratarlo adecuadamente pueden ser serias: a nivel de la cavidad oral, produce el desgaste de la superficie dentaria, pudiendo llegar a inhabilitar una correcta masticación y dando lugar a dolor en la zona de la articulación temporomandibular (ATM), un efecto que a su vez puede derivar en complicaciones más complejas. “Concretamente, favorece que se produzcan desgastes en la ATM, degeneración del menisco mandibular, luxaciones de la articulación y otras patologías articulares. En estos casos, suelen ser necesarios tratamientos más complejos, incluso con cirugía”, señala Javier González Lagunas.
“Además” -añade Berta Uzquiza-, el bruxismo puede estar acompañado de dolores de cabeza y/o de oído, fatiga o rigidez de los músculos masticatorios, dientes hipersensibles y desgastados, fracturas y fisuras de las piezas dentales y retracción de las encías”.
La férula como base del tratamiento
En cuanto al abordaje tipo, en la mayor parte de los casos éste se basa en la colocación de una férula de descarga, pero se puede combinar con otros tratamientos. “Es importante confeccionar una férula exclusiva para el paciente, con el objetivo de proteger tanto sus dientes y encías como su ATM. Además, si se presentan molestias musculares, la intervención de fisioterapeutas puede ayudar a resolverlas”, explica Berta Uzquiza.
Asimismo, según Daniela Carranza, hay pacientes con los dientes destruidos debido a la presión que ejercen: “En este caso, es necesario rehabilitarlos, devolviéndoles su forma anatómica y, tras ello, colocar la férula. A veces se requiere alinear los dientes con ortodoncia para poder solucionar la maloclusión, que empeora los efectos del bruxismo”.
Por su parte, Javier González Lagunas destaca que en algunos casos es necesaria la terapia conductual para controlar el estrés y la ansiedad, “y en fases agudas con dolor intenso se puede recurrir a fármacos”.
En cuanto a los tipos de férulas, González Lagunas explica que no todas son iguales, deben reunir una serie de características y, además, su uso tiene que estar acompañado de un seguimiento por parte del profesional que valore la evolución de cada caso: “Se trata de unas placas rígidas y adaptadas (individualizadas) para cada paciente. Cubren las superficies de todos los dientes sin llegar a tapar las encías, y se elaboran a partir de un modelo exacto de la boca del paciente”.
El experto desaconseja los modelos elaborados con materiales blandos, porque incitan aún más el hábito de apretar: “Deben tener un grosor concreto, dado que eso impide la contractura muscular y conlleva a la relajación de los músculos. Además, cada férula tiene que ajustarse a los diferentes perfiles de pacientes que presentan este problema, por eso no se deben usar las placas estándar o de stock que se venden en farmacias, tiendas de deporte o incluso por internet, ya que estas opciones pueden empeorar la evolución del paciente”.
En relación con esto, desde la asociación Compromiso y Seguridad Dental (CSD), se ha lanzado una advertencia respecto a la práctica, cada vez más habitual, de comprar online férulas de descarga y fundas dentales de plástico que, según la publicidad de la que se acompañan, prometen evitar el desgaste que el bruxismo produce en los dientes y, además, evitan los ronquidos. Desde esta asociación se recuerda que “en todos los casos, corresponde al odontólogo realizar la exploración y el diagnóstico”.
Síntomas (y efectos) del ‘hábito silencioso’
Los expertos del Servicio de Cirugía Maxilofacial del Hospital Quirónsalud de Barcelona describen cuáles son las principales señas de identidad del bruxismo:
Desgaste dental por la fricción.
Fracturas de piezas dentales.
Disfunción de la ATM (articulación temporomandibular).
Recesión de encías y movilidad dental.
Sensibilidad dental.
Dolor de cabeza.
Dolor muscular.
Alteración del patrón de sueño.
Bótox, Covid-19 y efectos dentales del confinamiento
Una de las opciones terapéuticas que se emplean actualmente para el abordaje del bruxismo es la toxina botulínica (bótox), “un tratamiento útil que se aplica en los músculos meseteros y temporales. Esta sustancia actúa como un relajante muscular durante un tiempo cercano a los seis meses, afectando solamente a los músculos masticatorios en los que se infiltra. Puede complementar el tratamiento tipo en aquellos pacientes que son grandes apretadores y en los que el uso de la férula no acaba de resolver el problema”, explica Javier González Lagunas.
Respecto a esta opción, el experto comenta que en circunstancias como la del confinamiento en la que nos encontramos actualmente, resulta difícil y complicado el tratamiento con férulas debido al cierre de los laboratorios y de las consultas dentales: “Estamos comprobando que la infiltración con bótox ha resultado ser una buena solución para aliviar los problemas de bruxismo los cuales, además, se han visto agravados por el contexto de incertidumbre sanitaria y económica que ha creado la Covid-19”.