«Cazado» gracias al telescopio SOHO por un astrónomo aficionado, brillará en el cielo entre finales de mayo y principios de junio
En los próximos días un espectáculo estelar podrá ser observado a simple vista (si el cielo lo permite): el cometa C/2020 F8 (SWAN), un objeto espacial recién descubierto por el astrónomo aficionado Michael Mattiazzo, de Australia, quien detectó este visitante helado del Sistema Solar exterior mientras inspeccionaba imágenes publicadas online del instrumento para el estudio de Anisotropías del Viento Solar (SWAN) a bordo de SOHO, el Observatorio Heliosférico y Solar de la ESA en colaboración con NASA.
SWAN, que captura imágenes en luz ultravioleta, tiene como cartografiar los cambios en el viento solar, el flujo variable de partículas cargadas que libera continuamente el Sol al espacio interplanetario. Sin embargo, se ha mostrado como un descubridor eficaz de cometas, ya que estos objetos también son fuentes de hidrógeno.
En el caso de un cometa, el hidrógeno procede del vapor de agua que el núcleo helado libera al espacio cuando lo calienta el Sol. Y, aún más, ya que la radiación solar puede romper las moléculas de agua (H2O) en un único átomo de hidrógeno (H) y un par de oxígeno-hidrógeno. El resultado es una nube de hidrógeno alrededor del cometa que emite un fuerte brillo y que puede observarse en los mapas de SWAN.
Una vez anunciado el descubrimiento del cometa gracias a los hallazgos de Matiazzo -que ya ha descubierto otros ocho de la misma manera- a partir de las imágenes que SOHO publica online todos los días, el astrofotógrafo austríaco Gerald Rhemann obtuvo una bella imagen desde el desierto de Namibia que muestra claramente la nube esférica de gas de la coma y su cola de iones. Otra imagen, capturada unos días después por el astrofotógrafo británico Damian Peach con ayuda de un telescopio remoto en Chile, muestra la impresionante cola del cometa mientras este se acercaba a la Tierra. Su máximo acercamiento estaba previsto para el 13 de mayo, cuando el cometa quedaría a unos 85 millones de kilómetros de nuestro planeta.
El experto en cometas de SWAN, Michael Combi, de la Universidad de Michigan, calcula que hacia el 15 de abril, el cometa expulsaba unos 1.300 kg de vapor de agua por segundo, equivalente a unas 4,4 x 1028 moléculas de H2O por segundo. Es una gran velocidad de expulsión en comparación con otros cometas. «Es tres veces más que la máxima alcanzada por el cometa 67P/Churyumov-Gerasimenko cuando lo visitó la misión Rosetta de la ESA entre 2014 y 2016», apunta en un comunicadoJean-Loup Bertaux, antiguo investigador principal y proponente del instrumento SWAN.
¿Podrá verse bien a simple vista?
El vigor del cometa podría ser significativo para los observadores en la Tierra. Cuanto más material libere, más luz solar reflejará y resultará más fácil de ver. En estos momentos se mueve del sur al norte y apenas es apreciable al ojo, pero los actuales cálculos sugieren que para finales de mayo podría ser mucho más brillante, si es que sobrevive todo ese tiempo.
Los cometas son objetos frágiles que, a menudo, se desintegran al acercarse al Sol. Es lo que le sucedió al esperadísimo cometa ATLAS a finales de abril, que se dividió en 30 fragmentos como mínimo. El cometa SWAN está a punto de entrar en la zona de peligro y llegará a su máximo acercamiento al Sol el 27 de mayo, cuando recibirá todo el calor de nuestra estrella.
Predecir el comportamiento de los cometas que se acercan tanto al Sol puede ser extremadamente difícil, pero los científicos confían en que el comenta SWAN conservará un brillo suficiente como para ver cómo continúa su viaje. Si el cometa sobrevive, los observadores desde la Tierra podrían buscarlo cerca de la estrella Capella, en la constelación de Auriga (el Cochero). Será casi el único momento de nuestra vida en que podremos ver este cometa: aunque los cálculos aún no son totalmente exactos, es evidente que su periodo orbital abarca de miles a millones de años.