FUENTE: nationalgeographic.com.es

Un estudio de la Universidad de Cambridge ha llegado a la conclusión que en 2100 casi una cuarta parte de los ecosistemas del planeta se habrán degenerado tanto que habrán desaparecido. Evidentemente las consecuencias para la fauna salvaje serán desastrosas.

En solo tres siglos, los mamíferos, aves y anfibios han visto reducido su hábitat cerca de un 18%. Y si no se toman medidas drásticas, esa degeneración podría seguir su curso a lo largo de este siglo. Un estudio de la Universidad de Cambridge publicado en la revista especializada Nature Communications acaba de cifrar ese deterioro analizando los cambios geográficos producidos en casi 170.000 especies desde el año 1700 hasta la actualidad y ha llegado a una conclusión estremecedora: la fauna salvaje podría perder hasta un 23% de su hábitat a finales de siglo.

En su investigación los expertos barajaron hasta 16 escenarios climáticos y socioeconómicos distintos, todos ellos con un patrón común: la reducción paulatina de hábitats como consecuencia de la acción del hombre. Una de las zonas más afectadas son las áreas tropicales, donde existe una extraordinaria biodiversidad pero que en los últimos años se han visto particularmente afectada debido a la tala de selvas en favor de plantaciones de palma aceitera.

A mayor rango de distribución, mayor es la amenaza.

Como norma general, según descubrieron los científicos, cuanto menor sea el rango geográfico de una especie amenazada, mayor es el riesgo ecológico para las especies que lo habitan. “Nuestros datos revelan que las pérdidas de hábitat han aumentado de manera desproporcionada en relación con el área de hábitat destruido, un hecho que se ha acrecentado debido al uso intensivo del suelo en puntos críticos para la biodiversidad”, afirman los autores del estudio en un comunicado.

Además de los cambios en los usos del suelo, los resultados del estudio predicen que las áreas de distribución de cada especie también se verán seriamente afectadas por el cambio climático. En este sentido, el aumento de las temperaturas y los cambios drásticos en los patrones de lluvia podrían convertir parte del Amazonas en una mezcla de zonas arboladas y extensiones de praderas para el año 2100.

Parte de la selva amazónica podría convertirse en pradera.

“Las especies del Amazonas se han adaptado a vivir en una selva tropical. Si el cambio climático hace que este ecosistema cambie, muchas de ellas no podrán sobrevivir, o al menos serán empujadas a áreas más pequeñas de la selva tropical restante”, afirma el zoólogo Robert M. Meyer, uno de los autores del estudio, junto a Andrea Manica.

Situación agravada por el cambio climático.

La conversión de los hábitats naturales en terrenos agrícolas y urbanos y la incidencia del cambio climático son las principales causas de la disminución del tamaño de las áreas de distribución y una de las amenazas más importantes para la biodiversidad terrestre a nivel mundial. Sin embargo, todas esas tendencias podrían incrementarse todavía más debido a la incidencia de las emisiones de gases de efecto invernadero y agravar todavía más la pérdida de hábitats.

“Si bien nuestro estudio cuantifica las consecuencias que el uso del suelo tiene en el rango de distribución de las especies, demuestran del mismo modo el gran potencial que tenemos para revertir las tendencias anteriores. Todo depende de qué hagamos a partir de ahora¨, asegura Andrea Manica. El futuro de miles de especies depende de lo que decidamos los humanos, solo queda ponerse manos a la obra.