FUENTE: invdes.com.mx
Las áreas visuales del cerebro “esconden” pensamientos que deseamos limitar o reprimir, sin contar con nuestro permiso. Esta actividad involuntaria sería parte de la dinámica inconsciente del cerebro humano.
Diferentes estudios han evidenciado que el flujo de pensamientos inconscientes comparte la actividad cerebral con los pensamientos conscientes, pero una reciente investigación dirigida por neurocientíficos de la Universidad de Nueva Gales del Sur, en Australia, ha profundizado un poco más en este tema. Concretamente han descubierto que las áreas visuales del cerebro “ocultan” pensamientos sin nuestro permiso, preservándolos aunque nuestra expresa voluntad sea eliminarlos o directamente no producirlos.
De acuerdo a un comunicado, gran parte de los pensamientos reprimidos podrían estar resguardados en la parte visual de nuestro cerebro, sin que nosotros lo advirtamos o auque estemos seguros de haberlos eliminado. Los investigadores han llegado a esta conclusión luego de mapear la actividad cerebral en el momento en que una persona intenta censurar o reprimir un pensamiento.
Los resultados del estudio, que fueron publicados en la revista Journal of Cognitive Neuroscience, indican que no tenemos todo el control sobre la dinámica de nuestros pensamientos, incluso sobre aquellos que conscientemente intentamos limitar. De acuerdo a los científicos, el hallazgo podría arrojar luz sobre los modelos de producción de pensamientos inconscientes, que a su vez serían de gran utilidad en nuevos enfoques de tratamiento para los trastornos que involucran pensamientos desadaptativos o disfuncionales.
Pensamientos ocultos
En el marco de la investigación, los expertos rastrearon la actividad cerebral de 15 participantes mientras completaban diferentes visualizaciones y ejercicios de supresión de pensamientos. Por ejemplo, se les mostraban indicaciones escritas sobre frutas y verduras, como una manzana o un brócoli, y se les solicitaba que repriman cualquier tipo de pensamiento que evoque imágenes de estos vegetales.
Al cabo de unos segundos, los voluntarios debían indicar si habían sido capaces de eliminar estos pensamientos. Aunque 8 de los participantes dijeron haber suprimido las imágenes de los vegetales de sus pensamientos conscientes, los mapeos cerebrales con técnicas de resonancia magnética funcional (fMRI) indicaron que los pensamientos seguían presentes.
Además, empleando un algoritmo llamado análisis de patrones multivoxel (MVPA), los científicos lograron distinguir los patrones cerebrales generados a partir de las indicaciones de frutas y verduras. Según el equipo de investigadores, la corteza visual estaba produciendo pensamientos sin el consentimiento de los participantes, de forma absolutamente inconsciente.
“Todo indica que la imaginación puede ser inconsciente, que estos pensamientos pueden aparecer e influir en nuestro comportamiento sin que nos demos cuenta. Ahora somos capaces de decodificarlos», indicó Joel Pearson, autor principal del estudio y profesor de neurociencia cognitiva en la Universidad de Nueva Gales del Sur.
El peso de lo inconsciente
Estudios recientes también han logrado explicar que captamos la realidad intercalando pensamientos conscientes e inconscientes, pero el gran aporte de esta investigación es que ha logrado identificar un sector del cerebro, la corteza visual, en el cual parece “depositarse” esa actividad inconsciente, incluso aunque hagamos un esfuerzo extra para evitar producirla.
Otros aspectos del estudio evidenciaron que los participantes usaron el lado izquierdo de su cerebro para pensar en los vegetales sugeridos y el lado derecho para tratar de suprimir este pensamiento. Al mismo tiempo, los neurocientíficos concluyeron que esta dinámica cerebral deja en claro por qué generalmente no tienen éxito las soluciones basadas en restricciones, como cuando se busca dejar de fumar, bajar de peso o tratar determinadas adicciones.
En otras palabras, existe una actividad inconsciente que debe estudiarse y considerarse para poder desarrollar a futuro nuevos esquemas de tratamiento e incluso actividades de prevención en torno a esta clase de problemáticas. El cerebro, en definitiva, parece ser una inagotable caja de sorpresas que comenzamos a descubrir en profundidad.