De cierto te digo, que no saldrás de allí, hasta que pagues el último cuadrante. Oísteis que fue dicho: No adulterarás: Mas yo os digo, que cualquiera que mira a una mujer para codiciarla, ya adulteró con ella en su corazón. Por tanto, si tu ojo derecho te fuere ocasión de caer, sácalo y échalo de ti; que mejor te es que se pierda uno de tus miembros, que no todo tu cuerpo sea echado al infierno. Y si tu mano derecha te fuere ocasión de caer, córtala, y échala de ti; que mejor te es que se pierda uno de tus miembros, que no que todo tu cuerpo sea echado al infierno.
También dijo Jesús que cualquiera que repudiare a su mujer, dele carta de divorcio: Mas yo os digo que el que repudiare a su mujer, fuera de causa de fornicación, hace que ella adultere; y el que se casare con la repudiada, comete adulterio. Además habéis oído que fue dicho a los antiguos: No perjurarás; mas pagarás al Señor tus juramentos. Mas yo os digo: No juréis de ninguna manera; ni por el cielo, porque es el trono de Dios; ni por la tierra, porque es el estrado de sus pies; ni por Jerusalén porque es la ciudad del gran Rey.
Asimismo hizo un llamado a través de las Bienaventuranzas a no jurar en vano. Ni por tu cabeza jurarás, porque no puedes hacer un cabello blanco negro. Mas sea vuestro hablar: Sí, sí; No, no; porque lo que es más de esto del mal procede. Oísteis que fue dicho a los antiguos: Ojo por ojo, y diente por diente. Mas yo os digo: No resistáis al mal; ante aquel que te hiere en la mejilla diestra, vuelve también la otra. Y al que quisiere ponerte a pleito y tomarte tu ropa, déjale también la capa.
Darle la mano a quien la necesite, señaló al que te pidiere, dale; y al que quisiere tomar de ti prestado, no se lo rehúses. Oíste que fue dicho: Amarás a tu prójimo, y aborrecerás a tu enemigo. Mas yo os digo: Amad a vuestros enemigos, bendecid a los que os maldicen, haced bien a los que os aborrecen, y orad por los que os ultrajan y os persiguen. Para que seas hijo de vuestro Padre que está en los cielos; que hace que su sol salga sobre malos y buenos, y llueve sobre justos e injustos.
SAN MATEO VI, 1-34
San Mateo nos enseña que no hagáis vuestra justicia delante de los hombres, para ser vistos de ellos; de otra manera no tendréis merced de vuestro Padre que está en el cielo. Cuando pues haces limosna, no hagas tocar trompeta delante de ti, como hacen los hipócritas en las sinagogas y en las plazas, para ser estimados de los hombres; de cierto os digo que ya tienen su recompensa. Más cuando tú haces limosna no sepa tu izquierda lo que hace tu derecha; para que sea tu limosna en secreto; y tu Padre que ve en secreto, él te recompensará en público.
Llama la atención que se está en oración, no se debe ser como los hipócritas; porque ellos aman el orar en las sinagogas y en los cantones de las calles en pie, para ser vistos por los hombres; de cierto os digo, que ya tienen su pago. Mas tú, cuando oras, éntrate en tu cámara, y cerrada tu puerta, ora a tu Padre que está en secreto; y tu Padre que ve en secreto te recompensará en público. Y orando, no seáis prolijos, como los Gentiles; que piensan por su parlería serán oídos. No hagáis, pues, semejante a ellos; porque vuestro Padre sabe de qué cosas tenéis necesidad, antes que vosotros le pidáis. (S. R).
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