©José Lucio León Duque
SACERDOTE DE LA DIÓCESIS DE SAN CRISTÓBAL
Párroco de la Parroquia “El Sagrario Catedral”
Reflexión a la luz de la Palabra de Dios (Isaías 50,4-7)
“Mi Señor me ha dado una lengua de iniciado, para saber decir al abatido una palabra de aliento. Cada mañana me espabila el oído, para que escuche como los iniciados. El Señor me abrió el oído; y yo no resistí ni me eché atrás: ofrecí la espalda a los que me apaleaban, las mejillas a los que mesaban mi barba; no me tapé el rostro ante ultrajes ni salivazos. El Señor me ayuda, por eso no sentía los ultrajes; por eso endurecí el rostro como pedernal, sabiendo que no quedaría defraudado.”
► El itinerario cuaresmal que estamos recorriendo en sus últimos días, nos conduce a la salvación que, a través de la pasión, muerte y resurrección de Jesús, se revela parte fundamental de nuestra vida cristiana. Los cristianos, de todo tiempo, estamos llamados a mirar y vivir este itinerario con esperanza y sinceridad. Es tradición en Venezuela y en los países de América Latina, vivir de manera especial estos venideros días, con un espíritu de recogimiento y con el deseo de encontrar paz y tranquilidad.
► Desde el viernes de Dolores, pasando por el Domingo de Ramos, viviendo los días santos con respeto y devoción, se nos enseña que Jesús, entra en nuestra vida, en nuestro corazón en estos momentos en los cuales muchos hermanos nuestros, viven en la desesperanza, debido a la crisis que, en sus diferentes manifestaciones, ha golpeado al mundo entero. Es un camino de fe que muestra la misericordia, el perdón, la cercanía así como la confianza que Dios coloca en nosotros.
► Durante este camino de preparación llamado Cuaresma, se nos ha mostrado la misericordia de Dios en varias perspectivas y su luz ilumina nuestra vida dando fe de que su amor es más grande de lo que podamos pensar o sentir. Es por ello que, la Palabra de Dios que reflexionamos, nos muestra el sufrimiento y el dolor de tantos que hoy, clamando al cielo, encuentran en Dios el bálsamo que alivia las dificultades presentes en el corazón y en la vida de cada uno de nosotros.
► Dios desea entrar en nuestro corazón y se hace realidad con su presencia en medio de los más necesitados, de los pobres y excluidos, de quienes son víctimas de la injusticia, de quienes vienen golpeados por la corrupción, de aquellos que esperan ver la luz de la vida ya antes de nacer y de quienes, sufriendo, sienten la mano condenatoria de aquellos que deciden por un poco más de respiro.
► El hombre de hoy es iluminado por el paso del Maestro; las palmas y los ramos que el Domingo de Ramos se mueven y se agitan gracias a la oración y la misericordia que vienen de Dios así como en cada día de la Semana Santa bendita; los cantos de alabanza son la voz de tantos hombres y mujeres que claman justicia, paz, igualdad, tranquilidad en un mundo envuelto en el materialismo, superficialidad y crisis real ante lo cual no pierde la esperanza de una reconciliación sincera y una solución verdadera a todo ello.
► Jesús entra en nuestras vidas, entra en la vida de la Iglesia, de la sociedad y ello nos lleva a indicarle el camino a los demás en la vía de la justicia, del diálogo, la paz, la unidad y hacer de ello una experiencia cierta de lo que realmente debemos hacer, con transparencia y honestidad.
► Escuchemos a Cristo, el siervo sufriente presente en el prójimo, que nos invita a no echarnos para atrás, a no desfallecer, a no sentir miedo, para así poder ver este camino de vida, como un despertar ante la pasividad y la falta de amor que se presenta en el mundo y de lo cual nos convertimos en portavoces.
► En la gran procesión de la vida, del itinerario cristiano de todos y cada uno de nosotros, está la presencia maternal de María. Ella nos acompaña y nos guía a la participación de la pasión, muerte y resurrección de su hijo, quien con su amor infinito da su vida por cada hombre y cada mujer. Como verdaderos discípulos, como profetas de la actualidad, unámonos más a Cristo y seamos partícipes de lo que viviremos en los próximos días en nuestras comunidades, en nuestros hogares, en nuestros corazones, llevando el mensaje del Evangelio, mensaje de paz, de esperanza, de justicia. Así sea.