Brussels, Belgium - July 26, 2012: Stained glass window depicting Jesus and the twelve apostles on maundy thursday at the Last Supper in the cathedral of Brussels, Belgium.

Eduardo Fernández
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Hoy comienza la Semana Santa. Tiempo para la reflexión y para la oración. Es la semana más importante y más trascendente en todo el calendario litúrgico de la Iglesia Católica.

Es el tiempo para conmemorar el más grande misterio de la historia universal: la pasión, muerte y resurrección del Hijo del Hombre. El domingo será domingo de Ramos. Jesús entra en Jerusalén aclamado por el pueblo judío. El jueves siguiente, ese mismo pueblo, prefiere a Barrabás y condena al justo a la muerte y muerte de cruz.

El mensaje de la Semana Santa es en primer lugar un mensaje de Amor. De amor infinito: “Nadie tiene amor más grande que el que da la vida por sus amigos”. Si algo necesita el mundo en la hora actual es una alta dosis de amor, de fraternidad, de solidaridad. Si algo necesita Venezuela para comenzar a curar las heridas profundas recibidas en las últimas décadas, es una alta dosis de amor, de fraternidad y de solidaridad. Por eso es tan importante aprovechar los días de la Semana Santa para la reflexión y para la oración.

En un libro maravilloso, escrito por un gran teólogo del siglo pasado, Romano Guardini, se habla de las virtudes que conducen a Dios. Entre ellas, además del amor y de la fraternidad, se habla de la justicia, la lealtad, la generosidad, la verdad, la paciencia, la tolerancia, la austeridad, el coraje, la amabilidad, la comprensión, la cortesía, la gratitud, la vocación de servicio, la discreción, el respeto al derecho ajeno.

Si los seres humanos practicáramos ese conjunto de virtudes, el mundo sería un lugar maravilloso. Esa misma afirmación vale para nuestra adolorida Venezuela. Si todos nos propusiéramos practicar las virtudes que nos recomienda el cristianismo y que menciona Guardini, Venezuela y los venezolanos viviríamos mucho mejor.

Amor en lugar de odio. Paz en lugar de violencia y de guerra. Justicia en lugar de injusticia. Esperanza en lugar de pesimismo o de resignación. Coraje en lugar de cobardía. Respeto al derecho ajeno en lugar de abuso y arbitrariedad. Cortesía en lugar de mala educación y malos tratos. Paciencia y tolerancia en lugar de insultos y descalificaciones. Austeridad en lugar de corrupción y despilfarro.

Termino reiterando mi recomendación: aprovechemos la Semana Santa para la reflexión y la oración. Hagamos el compromiso de procurar ser mejores cada uno de nosotros y al final lograremos tener un mundo mejor y una Venezuela mejor.

Seguiremos conversando.