Antonio Pedro Tejera Reyes
Rumbo hacia un desarrollo sostenible
La CARTA EUROPEA DEL TURISMO SOSTENIBLE, lo define como “cualquier forma de desarrollo, equipamiento o actividad turística, que respete y preserve a largo plazo los recursos naturales, culturales y sociales, y que contribuya de manera positiva y equitativa, al desarrollo económico y a la plenitud de vida, de los individuos que viven, trabajan o realizan una estancia, en los espacios protegidos.”
Parece que la situación actual post Covid-19, nos impone que sigamos comentando la larga serie de novedades que está trayéndonos los impulsos turísticos mundiales, en todos sus estamentos. Desde las novedosas técnicas de explotación hotelera, hasta las importantes variables que necesariamente nos trae el tráfico aéreo, o los modernos viajes por mar, hasta la revolución imparable de la gestión de los viajes, por medio de los tours operadores, o agentes de viajes, todo tiene que sufrir una transformación vital propia del cambio que estas “medidas preventivas” mal tomadas, han obligado al mundo entero a tomar, para cambiar el esquema del desarrollo de la actividad, que algunos indocumentados están confundiendo con “reinventar” el turismo.
Claro está que esta forma de enfocar la situación solo puede venir que aquellos que han oído hablar del tema sin haber profundizado en el mismo, mucho menos haberlo estudiado o haberse inmiscuido en toda la larga problemática que el movimiento socio-económico que el turismo comporta para la sociedad conlleva, y que le ha convertido en la primera industria mundial, desde hace ya bastantes años.
Ocurre entonces que los que, cargados de estas experiencias que el desarrollo del turismo les ha dado, no ponen cara de sorpresa cuando oyen hablar de “sostenibilidad”, o de conservar lo que tenemos, con sus más viejas y antiguas características. Naturalmente están al cabo de la calle en saber lo que el viajero turista desea… Así de sencillo, y así de claro, para quienes durante muchos años hemos estado estudiando el desarrollo del movimiento de la sociedad mundial.
El mundo de las experiencias
A estos personajes que aludimos, auténticos conocedores de la sociología del turismo, no les extraña que los viajeros busquen las “tascas típicas”, los viejos castillos, las ruinas de la casa donde nació no sé quién, o donde murió cualquier otro… Es el mundo de la fantasía, de la ilusión, que el turista intenta encontrar y que tantas veces nos ha llevado a lugares insólitos, hasta para ver una pared de más de trescientos metros de altura llena de nidos de simples periquitos… ¿Qué decir para poder pasear por las playas de Marbella – la de Cartagena de Indias – las de Punta del Este, en Uruguay, o la Isla del Rey, en Valdivia, Chile…? Auténticos mitos turísticos para algunos, que nos traen después recuerdos cargados de nostalgia, y nos dan esa sabiduría necesaria para poder calibrar los destinos turísticos, en consonancia con sus valores, entendiendo estos desde el punto de vista de su atractivo, más o menos poderoso, para el turista.
Turismo sostenible, un importe reto mundial
La confusión está servida. Hemos oído más de una vez – y de diez veces – hablar de turismo sostenible, como si de tratar de conseguir la estabilidad en las cifras del turismo receptivo se tratara. Nada más lejos de la realidad. Hablar de sostenibilidad ahora tan de moda, está considerado por los organismos internacionales tratadistas del tema, como propiciar el desarrollo sin comprometer los valores de la naturaleza para el disfrute de las futuras generaciones, es decir, intentar por todos los medios, disfrutar de lo que nos legaron las viejas generaciones sin destruirlo… conservarlo, cuidarlo y mimarlo, diríamos nosotros.
Asombrados contemplamos en una vieja ciudad – importantísima capital – de una nación centroamericana como las ruinas de “la ciudad vieja” eran reconstruidas con materiales modernos, volviendo a querer darle las formas que en su día tuvieron… algo así como si se nos ocurriera ahora, reconstruir el Coliseo Romano, o las ruinas del Partenón…
Sobran mentes “modernas” dispuestas a “cargarse” cuanto encuentran a su paso en pro del progreso y el desarrollo. Ahí es donde hay que darle duro si queremos formar personajes capaces de entender eso de “la sostenibilidad”.
Nos llenó de ilusión, hace ya bastantes años, contemplar el alto poder de sensibilidad de los brasileros con su espectáculo de luz y sonido en torno al “Patio de Colegio”, en Sao Paulo, narrando la historia de la fundación de la ciudad por el canario Padre José de Anchieta… Nos deslumbró la exhibición del espectáculo costumbrista de “Pueblo Antiguo”, en San José de Costa Rica, escenificando los pasajes vivos de su gesta independentista… Todo un dechado de saber hacer, dentro del campo cultural, muestran perennes de lo que puede y debe hacerse para conservar nuestra identidad. Eso es desarrollo sostenible… y por añadidura, desarrollo turístico sostenible, pues el inmenso atractivo que supone es del todo punto incomparable. Hay que ir a los teatros griegos si queremos ver las exhibiciones de su acústica que nos hacen los experimentados guías, rompiendo un periódico allá en el fondo, a muchos metros de distancia… Incomparable…
La otra cara del desarrollo sostenible
Comentado entonces la parte sociológica del tema, en estos difíciles tiempos, nos paramos a considerar otra de las más importantes vertientes de esa llamada “sostenibilidad”, como es la conservación del medio-ambiente, tanto en su aspecto utilitario como en el visual. ¿Qué decir de los atropellos que se hacen con la arquitectura? ¿La destrucción de calles, plazas y edificios? ¿Cuánto valdrían hoy auténticas joyas de estas, que fueron destruidas por el mal llamado desarrollo?… ¿Ahora nos paramos a hablar de desarrollo sostenible? ¿Lo estamos propiciando?…
Nos llenó de ilusión visitar las viejas y cuidadas calles del centro de Quito, o las más recientes en nuestra inquietud viajera, las de Lima… Su espléndida iluminación nocturna, sus limpias fachadas conservando todo el esplendor de una época… patrimonios de La Humanidad…
Impresionante la ciudad de Puebla, en México, con sus cientos de edificios declarados Patrimonios de La Humanidad también, sus tradicionales mercados de artesanías y sus incalculables tesoros religiosos… La Pirámide de Cholula, un hito histórico digno de conservación…
Los tiempos del nuevo mundo
Marcados por la tragedia, pensamos que ha llegado la hora de sensibilizar a la sociedad sobre la necesidad de esta conservación señalada.
Estamos viendo muestras por todos lados del mundo de este estado de ánimo, y no hay ya ninguna reunión de alto nivel turístico donde no se trate de insistir en la necesidad de conservar y rescatar los signos de identidad de los pueblos.
Perú es un buen ejemplo de cuanto aquí tratamos. Su mayor preocupación ahora, debe pasar por preparar su personal en la ingente tarea que lleva consigo ese arraigo de su personalidad, que está estrechamente vinculado a está conservación de sus señas de identidad histórica.
Ahora, cuando de formación se esté hablando, parece lógico y necesario que a quienes tienen el deber de transmitir todas estas enseñanzas, se les exija, al menos, un mínimo de conocimientos, donde la base primordial, para poder hablar de desarrollo turístico sostenible, debería de ser no hablar, ni por asomo, de destruir lo que tenemos de nuestro glorioso pasado turístico… aunque por desgracia, en algunos lugares como las maltratadas Islas Canarias, no podamos volver a disfrutar de la Sala Andrómeda ni del Gran Hotel Taoro, en Puerto de la Cruz,… ¿Qué decir de Lázaro y sus camellos…?
Nos tenemos que conformar con visitar los viejos heuriger de Viena, o los mercados de flores de la vieja Niza… También el Gran Bazar de Estambul, o nuestros imborrables recuerdos del Hotel Chao-Chao, en Bariloche, nos pueden servir para algo…
Desarrollo sostenible habemus.
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