Eduardo Fernández
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Parece que se está produciendo un regreso a la recta razón, a la ruta electoral, a la democracia, a la inteligencia. Parece que estamos de regreso de la insensatez, del desvarío, del culto a la violencia.
No hubo golpe militar ¡afortunadamente! No hubo invasión extranjera ¡gracias a Dios! No hubo conmoción civil. ¡Felizmente! Siempre dijimos que todas esas opciones eran poco probables y nada deseables. Tuvimos que pagar el precio de la incomprensión.

Ahora vemos con satisfacción que regresamos a la ruta electoral. La única ruta que puede conducirnos a una victoria decisiva.

Vemos a personas y a partidos políticos que antes abogaron por las vías de hecho comprender que el regreso a la democracia tiene que ser por la vía democrática. Parece haberse abandonado la tentación de la violencia, de la sangre, de la muerte. Como suele ocurrir en cada episodio bélico, los que estaban seguros de que ellos no estarían en el frente de batalla, eran los que más clamaban por una solución violenta.

Algo se ha logrado. Hemos avanzado en materia de condiciones electorales. No demasiado, por cierto, pero algo significativo. Ya deja de repetirse el mantra ilusionante: “cese de la usurpación, gobierno de transición y elecciones libres”. Ahora se apuesta a las elecciones semilibres como primer punto para recuperar la democracia.

El precio pagado ha sido demasiado elevado. Las sanciones económicas, suplicadas al imperio, han contribuido a agravar la situación de hambre y de miseria de la mayoría de los venezolanos. Además, han servido para que el Gobierno y sus estrategas hayan encontrado la excusa perfecta para intentar una explicación y una justificación a la inconmensurable catástrofe que han provocado en Venezuela.
La ruta electoral, por supuesto, tiene sus exigencias. Hay que organizar a los ciudadanos, hay que motivar a los electores con buenos candidatos, con buenas propuestas programáticas, con una organización eficiente que permita movilizar a los electores y defender el voto en las urnas electorales. Es decir, en una palabra, hay que regresar al trabajo político. No hay soluciones mágicas. Ni golpes militares, ni invasiones extranjeras. Lo que se requiere es un trabajo político inteligente, constante, compartiendo con la gente sus sufrimientos y sus esperanzas.

La mayoría de los venezolanos quiere un cambio. Un cambio hacia la Unión y el Progreso de los venezolanos.

Seguiremos conversando.

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