Un estudio dirigido por los biólogos de la Universidad de Barcelona (UB) Marta Pascual y Carlos Carreras ha revelado que la colonización asistida, un método para reintroducir en la naturaleza animales criados en cautividad, es una herramienta efectiva para crear nuevas poblaciones de tortuga marina.
Según ha informado la UB, los investigadores han analizado el impacto de un programa de reproducción de la tortuga verde puesto en marcha hace 50 años en las islas Caimán, y los resultados obtenidos han confirmado que el programa fue capaz de establecer nuevas poblaciones de este tipo de reptil en las islas.
Asimismo, el estudio ha constatado que la reintroducción de una población cautiva no afectó a la eficacia biológica de la primera generación de tortugas salvajes.
Según los autores del proyecto, esto hace pensar que cuando el cambio climático perjudica la supervivencia de las especies, las colonizaciones asistidas podrían utilizarse como medidas de conservación.
«Sin embargo, la toma de decisiones debe incluir análisis exhaustivos de los costes y beneficios, evaluaciones de riesgos y un seguimiento científico a largo plazo», han puntualizado.
La tortuga verde (Chelonia mydas) es una especie migratoria de distribución global en latitudes tropicales y subtropicales que se consideraba casi extinguida a mediados del siglo pasado, principalmente por la sobreexplotación humana.
En 1983, una operación comercial de cría de tortugas verdes se estableció en las islas Caimán: la Granja de Tortugas de las Caimán (CTF), actualmente conocida como ‘Cayman Turtle Conservation and Education Center Ltd’.
Esta iniciativa ha permitido aumentar la cifra de hembras nidificadoras durante los últimos 20 años, hasta llegar actualmente a una población de entre 100 y 150 hembras adultas reproductoras.
Esta reintroducción consistió en liberar tortugas verdes criadas en cautiverio en la isla de Gran Caimán, una estrategia que trataba de aprovechar el comportamiento filopátrico de las tortugas, es decir, la tendencia de algunas especies de volver a las playas en las que nacieron o donde fueron liberadas para poner los huevos.
«Es muy importante tener en cuenta el origen genético de los ejemplares utilizados para realizar la cría en cautividad de cualquier especie, para evitar los efectos negativos asociados», ha explicado Marta Pascual.
«Afortunadamente, estos fenómenos negativos no se han observado en las primeras generaciones, aunque no puede descartarse que aparezcan en generaciones posteriores», ha añadido la impulsora del estudio.
Para evaluar el impacto del programa, los investigadores recogieron muestras genéticas y datos ecológicos de las poblaciones de dos islas (Gran Caimán y Petit Caimán), durante tres etapas del proceso de reintroducción asistida.
Los resultados confirman que ambas poblaciones son principalmente el resultado del programa de cría en cautividad, ya que el 79.4 % de las tortugas de Petit Caiman y el 90.3 % de las de Gran Caimán estaban relacionadas con los adultos liberados en el marco del programa.
Sin embargo, las poblaciones divergieron genéticamente a pesar de haberse originado a partir del programa de reintroducción, según los biólogos, que han avanzado que esperan que la tendencia de volver al mismo sitio a poner los huevos «aumente esta diferenciación en el futuro».
Los resultados del estudio abren la puerta a utilizar las colonizaciones asistidas con tortugas marinas o a la posibilidad de hacerlo con especies de características similares -de vida larga, migratorias y filopátricas- cuando la degradación del hábitat ponga en peligro la supervivencia.
Por último, los autores han subrayado que estos resultados se han obtenido con la primera generación de crías salvajes y que, por tanto, los análisis genéticos deben repetirse en el futuro, «ya que los efectos nocivos de la endogamia pueden aparecer en generaciones posteriores».
Fuente: invdes.com.mx