Esto refuerza la teoría de que hay vida más allá de nuestro planeta.

Las rocas espaciales que cayeron a la Tierra en el último siglo contienen las cinco bases que almacenan información en el ADN y el ARN, informan los científicos el 26 de abril en Nature Communications a través de investigaciones llevadas a cabo por la NASA.

Estas «bases nitrogenadas» (adenina, guanina, citosina, timina y uracilo) se combinan con azúcares y fosfatos para formar el código genético de toda la vida en la Tierra. Todavía no se sabe si estos ingredientes básicos para la vida vinieron primero del espacio o si se formaron una vez impactaron con nuestro planeta. Pero el descubrimiento se suma a la evidencia que sugiere que los precursores de la vida vinieron originalmente del espacio, dijeron los investigadores.

¿Qué dicen los expertos?

Los científicos han detectado fragmentos de adenina, guanina y otros compuestos orgánicos en meteoritos desde la década de 1960. «Hemos completado el conjunto de todas las bases que se encuentran en el ADN y el ARN y la vida en la Tierra, y están presentes en los meteoritos», dijo el astroquímico Daniel Glavin del Centro de Vuelo Espacial Goddard de la NASA en Greenbelt, Maryland.

Hace unos años, el geoquímico Yasuhiro Oba de la Universidad de Hokkaido en Sapporo, Japón, ideó una técnica para extraer y separar diferentes compuestos químicos en polvo de meteorito licuado y luego analizarlos. «Nuestro método de detección tiene una sensibilidad mucho mayor que la aplicada en estudios anteriores», destacó Oba. Hace tres años, los investigadores utilizaron esta misma técnica para descubrir ribosa, un azúcar necesario para la vida, en tres meteoritos.

En el nuevo estudio, Oba unió fuerzas con astroquímicos de la NASA para analizar una de esas tres muestras de meteoritos y otras tres adicionales, en busca de otro tipo de ingrediente crucial para la vida: las nucleobases.

Los investigadores creen que su técnica de extracción más suave, que utiliza agua fría en lugar del ácido habitual, mantiene intactos los compuestos. «Estamos encontrando que este enfoque de extracción es muy adecuado para estas nucleobases frágiles», señaló Glavin. «Es más como una infusión fría, en lugar de hacer té caliente».

Con esta técnica, Glavin y Oba midieron la abundancia de bases y otros compuestos relacionados con la vida en cuatro muestras de meteoritos que cayeron hace décadas en Australia, Kentucky y la Columbia Británica. En los cuatro, el equipo detectó y midió adenina, guanina, citosina, uracilo, timina, varios compuestos relacionados con esas bases y algunos aminoácidos.

¿Es posible que esos compuestos lleguen desde el espacio?

Usando la misma técnica, el equipo también midió la abundancia química dentro del suelo recolectado en Australia y luego comparó los valores de meteoritos medidos con los del suelo. Para algunos compuestos detectados, los valores de meteoritos fueron mayores que el suelo circundante, lo que sugiere que los compuestos llegaron a la Tierra en estas rocas.

Pero para otros compuestos detectados, incluidos la citosina y el uracilo, la abundancia en el suelo es hasta 20 veces mayor que en los meteoritos. «Eso podría apuntar a la contaminación terrestre», apuntó el cosmoquímico Michael Callahan de la Universidad Estatal de Boise en Idaho.

«Creo que identificaron positivamente estos compuestos, pero no presentaron suficientes datos convincentes para convencerme de que son realmente extraterrestres», explicó Callahan que trabajó anteriormente en la NASA y colaboró con Glavin para medir materiales orgánicos en meteoritos.

Pero Glavin señaló que algunas sustancias químicas específicas detectadas para respaldar la hipótesis de un origen interplanetario que «si hubiera habido contaminación del suelo, también deberíamos haber visto estos isómeros en el suelo. Y no lo hicimos».

Ir directamente a la fuente de tales meteoritos, podría aclarar el asunto. Oba ya está utilizando su técnica de extracción en piezas de la superficie del asteroide Ryugu, que la misión Hayabusa de Japón trajo a la Tierra a finales de 2020. Se espera que la misión OSIRIS-REx de la NASA regrese en septiembre de 2023 con muestras similares del asteroide Bennu. «Estamos realmente entusiasmados con las historias que esos materiales tienen para contar», añadió Glavin.

Fuente: marca.com