Imagina que hay un pequeño incendio en tu cocina. La alarma de incendios se activa y advierte del peligro a todos los que están cerca. Alguien llama al número de emergencias. Intentas apagar el fuego, quizá incluso tengas un extintor debajo del fregadero. Si no funciona, ya sabes cómo evacuar el lugar de manera segura. Para cuando sales, ya está llegando un camión de bomberos. Los bomberos utilizan la toma de agua de enfrente de tu casa para apagar las llamas antes de que las casas de tus vecinos corran el riesgo de incendiarse.

Debemos prepararnos para combatir los brotes de enfermedades del mismo modo en que nos preparamos para combatir los incendios. Si se deja que un incendio arda sin control, representa una amenaza no solo para una casa, sino para toda una comunidad. Lo mismo ocurre con las enfermedades infecciosas, pero a una escala mucho mayor. Como bien sabemos a causa de la covid, un brote en una ciudad puede propagarse con rapidez por todo un país y luego en todo el mundo.

Cuando la Organización Mundial de la Salud (OMS) describió por primera vez la covid como una pandemia hace poco más de tres años, marcó la culminación de un fracaso colectivo en la preparación para las pandemias, a pesar de las numerosas advertencias. Y me preocupa que estemos volviendo a cometer los mismos errores. El mundo no ha tomado tantas medidas preventivas para la próxima pandemia como yo esperaría. Sin embargo, no es demasiado tarde para evitar que la historia se repita. El mundo necesita un sistema bien financiado que esté listo para entrar en acción en cuanto surja el peligro. Necesitamos un departamento de bomberos para las pandemias.

Soy optimista sobre una red que la OMS y sus socios están creando y que se llama Cuerpo de Emergencias Sanitarias Globales. Esta red de los principales líderes mundiales en emergencias sanitarias trabajará en conjunto para prepararse para la próxima pandemia. Así como los bomberos realizan simulacros para practicar la respuesta frente a un incendio, el Cuerpo de Emergencias planea realizar simulacros para practicar la respuesta frente a brotes epidémicos. Los ejercicios garantizarán que todo el mundo —gobiernos, profesionales de la salud, personal sanitario de emergencias— sepa qué hacer cuando surja un posible brote.

Una de las tareas más importantes del cuerpo será actuar con rapidez para detener la propagación de un patógeno. La rapidez para actuar requiere que los países dispongan de una capacidad de pruebas a gran escala que permita identificar a buen tiempo las amenazas potenciales. La vigilancia ambiental, como las pruebas de aguas residuales, es clave, ya que muchos patógenos aparecen en los desechos humanos. Si una muestra de aguas residuales da positivo, un equipo de respuesta rápida se desplegaría en la zona afectada para encontrar a las personas que pudieran estar infectadas, llevar a cabo un plan de respuesta e impartir la educación comunitaria necesaria sobre qué síntomas buscar y cómo permanecer protegidos.

Como lo demostró la COVID-19, una pandemia es un problema billonario y mitigar esta dificultad no debería depender de voluntarios. Necesitamos un cuerpo de profesionales de todos los países y regiones, y el mundo debe encontrar la forma de remunerarlos por el tiempo que dediquen a prepararse y responder a las amenazas transnacionales. Deben ser capaces de desplegar equipos de profesionales que estén en espera activa para ayudar a controlar los brotes donde se inicien.

Para que esto tenga éxito, el Cuerpo de Emergencias debe basarse en las redes de expertos existentes y debe estar a cargo de personas como los directores de las agencias nacionales de salud pública y sus responsables de respuesta frente a epidemias. Es difícil que un país por sí solo detenga la propagación de una enfermedad; muchas de las acciones más significativas requieren la coordinación de los más altos niveles de gobierno. El mundo necesita prepararse para un incendio con múltiples alarmas, el tipo de respuesta a un incendio que requiere diferentes unidades y departamentos.

Este tipo de incendios son poco frecuentes, pero cuando se producen no hay tiempo que perder. Los servicios de emergencia locales deben saber que pueden contar con un grupo de bomberos bien entrenados que trabajarán juntos sin problemas. No pueden llegar a la escena y descubrir que sus mangueras no caben en la toma de agua más cercana o que tienen una estrategia completamente distinta a la de las demás unidades. El Cuerpo de Emergencias se asegurará de que los países y los sistemas sanitarios estén coordinados antes de una emergencia, para que todo funcione a la perfección en tiempos de crisis.

Aquí es donde la práctica hace al maestro. Al realizar simulacros y simulaciones, el cuerpo descubrirá las áreas en las que los países y los líderes no están preparados y nos ayudará a solucionarlas ahora. También es importante practicar la respuesta ante varios tipos distintos de patógenos. Las enfermedades respiratorias humanas son una gran preocupación, ya que pueden globalizarse con mucha rapidez. (Solo basta mirar cuán rápido se propagó la covid). No obstante, están lejos de ser la única amenaza. ¿Qué pasa si el próximo patógeno con potencial pandémico se propaga por medio de gotículas en las superficies? ¿O si se transmite por vías sexuales como el VIH? ¿Y si es el resultado del bioterrorismo? Cada escenario requiere una respuesta distinta y el Cuerpo de Emergencias puede ayudar al mundo a prepararse para todos ellos.

No podemos darnos el lujo de que nos vuelvan a tomar desprevenidos. El mundo debe tomar medidas ahora para asegurarse de que la COVID-19 se convierta en la última pandemia, y uno de los pasos más importantes que podemos dar es apoyar a los principales expertos en salud del mundo —la OMS— e invertir en el Cuerpo de Emergencias Sanitarias Globales para que pueda alcanzar todo su potencial.

Para esto, se necesitarán dos cosas: primero, los líderes de salud pública de todos los países deben participar. La próxima pandemia podría surgir en cualquier lugar, por lo que el Cuerpo de Emergencias debe tener experiencia de todos los rincones del planeta, incluidas las agencias nacionales de investigación y enfermedades como los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades y los Institutos Nacionales de Salud de Estados Unidos. Segundo, necesitamos que los países más ricos den un paso adelante y aporten los fondos para que esto sea una realidad.

Creo que la OMS sigue siendo nuestra mejor herramienta para ayudar a los países a detener los brotes de enfermedades y el Cuerpo de Emergencias Sanitarias Globales representará un avance inmenso hacia un futuro libre de pandemias. La pregunta es si tenemos la previsión de invertir en ese futuro ahora antes de que sea demasiado tarde.

Fuente: nytimes.com