Es difícil dar con fármacos para la ansiedad que sean efectivos. Pero el control de la expresión de ciertos genes puede ser clave, según un nuevo estudio con muy buenos resultados en ratones.

Un equipo de científicos de las Universidades de Bristol y Exeter ha descubierto una nueva diana para el desarrollo de fármacos para la ansiedad. Esta se basa en la estimulación de una serie de genes cuya expresión reduce naturalmente la ansiedad.

Es muy importante encontrar nuevos tratamientos, pues los casos de ansiedad son cada vez más en todo el mundo. Según la Organización Mundial de la Salud, en 2019 eran algo más de 300 millones de personas las que habían sido diagnosticadas con ansiedad en todo el mundo. Además, entre ellas había 58 millones de niños y adolescentes. Y todo fue a peor tras la pandemia de COVID-19. Los casos de ansiedad y depresión no han hecho más que aumentar desde entonces.

Desgraciadamente, el acceso a los psicólogos sigue siendo complicado. En España, por ejemplo, hay pocos en la Seguridad Social para tantas personas afectadas y no todo el mundo puede permitirse uno privado. Esto es lo primero que se debe solucionar. Mientras tanto, muchas personas optan por, aconsejadas por sus médicos, tomar también fármacos para la ansiedad. Pero estos no son suficientemente eficaces. Son muchos los casos en los que no se llega a obtener el efecto deseado, básicamente porque no se conocen adecuadamente los mecanismos neuronales que llevan a la ansiedad. Por eso, el hallazgo que han hecho estos científicos resulta tan importante.

Fármacos para la ansiedad basados en la expresión de genes

Muy grosso modo, cuando los científicos quieren saber la función de varios genes, van encendiéndolos y apagándolos, comprobando cuáles son los efectos resultantes. Esto se puede hacer a través de varios métodos, entre los que se encuentra el uso de miARN. Estas son moléculas que regulan la expresión de genes. Es decir, regulan cuándo se encienden o se apagan.

Para esta investigación, sus autores utilizaron el miARN miR483-5p, cuya función se lleva a cabo en la amígdala. Esta es una región cerebral que tiene, entre otras funciones, la de regular las emociones, por lo que no es extraño que se relacione con la ansiedad.

Al manipularlo en cerebros de ratón, vieron que miR483-5p actúa sobre el gen Pgap2, que a su vez impulsa cambios en la morfología neuronal en el cerebro y el comportamiento asociado con la ansiedad. Por lo tanto, se vio que este miARN es capaz de bloquear los efectos que el estrés induce en la amígdala, inhibiendo la ansiedad.

Si esto ocurre naturalmente, ¿por qué tenemos ansiedad?

Cabe preguntarse por qué algunas personas tienen ansiedad, si este es un mecanismo natural. La clave está en que solo funciona a unos niveles reducidos de estrés.

Todos tenemos momentos estresantes, pero si son puntuales no desarrollamos un trastorno de ansiedad. Esto ocurre, entre otros motivos, gracias a reguladores como este. No obstante, cuando el estrés tiene lugar por un suceso traumático agudo o, simplemente, se mantiene mucho tiempo, los mecanismos naturales ya no serían suficientes.

Ahí es donde es necesaria la terapia y, en algunos casos, los fármacos para la ansiedad. Por eso, si se desarrollase un medicamento que aumentara aún más el efecto de este miARN, se podría lograr frenar la ansiedad incluso cuando el estrés sea mayor.

Es una llave muy interesante para abrir la puerta a nuevos fármacos para la ansiedad. Mientras tanto, e incluso después, no debemos olvidar que la terapia psicológica es esencial, por lo que habrá que seguir luchando para que todas las personas puedan acceder a ella, independientemente de sus recursos económicos.

Fuente: hipertextual.com