El filme trata sobre el amor materno y la nostalgia de la infancia que llena los cines en China y emociona a millones de espectadores con esta fascinante comedia sentimental que llama la atención en un país poco dado a la expresión de sentimientos en público.

‘Nihao Li Huanying’ (‘Hi Mom’ en inglés, Hola Mamá) se ha convertido en menos de dos semanas en el cuarto mayor éxito de la historia de la taquilla china, con una recaudación de 4.270 millones de yuanes (543 millones de euros, 660 millones de dólares).

A pesar de la pandemia de la COVID-19 en el territorio nacional, las autoridades siguen luchando por frenar la curva de contagios que desde diciembre ha venido en aumento, colapsando la red hospitalaria regional. Lo anterior llevó a que se tomaran medidas restrictivas para controlar el ascenso de los casos positivos.

Cuenta la historia de una joven devastada por la muerte de su madre y que sueña que vuelve al pasado, al momento en el que conoce a sus padres y justo antes de su nacimiento. Su objetivo: cambiar la vida de su madre para que sea feliz.

«Nunca había pensado que mi madre también fue niña», comenta una estudiante, Yu Yanting, a la salida de un cine en Shanghái.

Esta película viaja a 1981, cuando comenzaron las reformas económicas chinas. A la vista de la transformación radical del país, parece como si fueran siglos atrás.

En una escena se produce una pelea por comprar un modesto televisor en blanco y negro, algo inaudito en China, donde ahora se compite por el último modelo de teléfono inteligente.

La película es divertida y conmovedora. Se trata de la primera obra, en parte biográfica, de la cineasta Jia Ling. En pocos días, esta directora batió el récord de ingresos por una película filmada en China por una mujer.

Jia Ling, quien también interpreta el papel principal, explicó en una entrevista televisiva que quería rendir homenaje a su madre, quien falleció accidentalmente cuando ella tenía 19 años.

«El amor de nuestra madre es como el aire que nos rodea», comentó. «Está ahí desde que nacemos y ni siquiera le prestamos atención. Pero cuando lo pierdes, tienes una impresión de asfixia y te sientes completamente desvalido».

Para los millones de espectadores que acuden a las salas de cine, la película es una oportunidad de dar rienda suelta a sus emociones, y de llorar.

A la salida de un cine de Shanghái, dos hermanas sinoitalianas todavía lloraban a lágrima viva.

«Todos mis amigos lloran cuando ven esta película, pero tal vez no tanto como yo», comenta Vittoria, de 13 años. «Espero que amen a mamá todavía más ahora», añade su madre, Elaine, abrazando a sus hijas.

Por su parte, el crítico Jing Runcheng expresó que la emoción suscitada por la película se debe a que muchos espectadores lamentan no poder expresar el amor que sienten por su madre antes de que sea demasiado tarde. «Los chinos son muy introvertidos y no saben expresar muy bien sus emociones».

En el país de Confucio, el régimen comunista alienta el afecto por los padres, pero este afecto pasa más bien por el respeto.

«Uno no se imagina que los chinos, después de ver una película o de leer algo, vayan a decir rápidamente a su madre que la quieren. Pero esta película brinda la oportunidad», estima Jing. (S. R.).

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