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En pocas semanas, el coronavirus y el confinamiento de millones de personas casi han aniquilado la economía mundial, hasta el punto de que algunos expertos prevén la recesión más violenta de la historia moderna, quizás peor que la Gran Depresión de los años treinta del siglo XX.

Esta irá además acompañada de una disparada del desempleo. Su alcance dependerá de las medidas que tomen gobiernos, bancos centrales e instituciones internacionales, y de la duración de la crisis sanitaria.

¿Recesión o depresión?

«Las economías del G20 sufrirán un golpe sin precedentes en la primera parte del año y se contraerán en 2020 antes de repuntar en 2021», predicen los economistas de la agencia de calificación Moody’s.

El secretario general de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE), Ángel Gurría, estimó en la BBC que la economía mundial sufrirá «durante años».

Es probable que la crisis actual sea más grave que la de 2008, ya que esta vez afecta no sólo al sistema financiero sino a toda la economía, con un colapso de la producción y por tanto de la oferta, y también de la demanda, debido a los millones de personas confinadas.

El transporte, el turismo y la distribución se han visto particularmente afectados, aunque algunos sectores están mejorando: los productos farmacéuticos, la industria de equipo médico y productos sanitarios, la alimentación y el comercio en línea.

Según Moody’s, los países del G20 deberían sufrir colectivamente una contracción del 0,5% de su Producto Interior Bruto (PIB) este año. En Estados Unidos, será de -2% y en la zona euro de -2,2%. Se espera que China crezca un 3,3%, un ritmo muy débil para ese país, añade la agencia.

Para Estados Unidos, Goldman Sachs pronostica un año 2020 a -3,8% y el Deutsche Bank predice la peor contracción de la economía estadounidense desde «al menos la Segunda Guerra Mundial».

Obreros con mascarillas en la fábrica de autos Dongfeng Honda, de Wuham, China, el 23 de marzo de 2020
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En Europa, el ministro de Economía alemán habló de una contracción económica de «al menos» un 5% en 2020 en Alemania y para Francia, Moody’s prevé un -1,4%, mientras que Nuno Fernandes, profesor de la escuela de negocios IESE, predice un -2% en 2020, basándose en un escenario en que la crisis sanitaria termine en junio.

Para el Reino Unido, KPMG ve una caída ligeramente más severa del 2,6%, pero esto podría duplicarse si la pandemia dura hasta el final del verano.

Desempleo

En la zona euro, con una normativa laboral más protectora, el gabinete Capital Economics prevé que el desempleo se dispare hasta el 12% a finales de junio, «revirtiendo así siete años de progresos», aunque en la segunda mitad del año debería registrarse una recuperación.

En el Reino Unido y Estados Unidos, estas tasas se encuentran actualmente en niveles históricamente bajos gracias al auge de la «uberización» o empleos precarios.

En Estados Unidos, donde los empleados pueden ser fácilmente despedidos, el impacto de la pandemia no se hizo esperar: las peticiones de subsidios de desempleo se dispararon este jueves a más de 3 millones de personas, frente a 281.000 una semana antes.

James Bullard, presidente de la Reserva Federal, incluso dijo en una entrevista con Bloomberg que el desempleo podría dispararse al 30% en los próximos meses.

Inflación

La epidemia de coronavirus está causando mucha incertidumbre sobre la evolución de los precios, entre los riesgos de depresión económica y de deflación si la demanda se derrumba de forma prolongada, pero con algunas presiones inflacionistas si las monedas se devalúan, si hay escasez, etc.

Un grupo de obreros trabaja en un puente en construcción de la ciudad china de Wuhan, el 24 de marzo de 2020 en la provincia de Hubei
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Las tasas de inflación son, en cualquier caso, bajas por el momento y, en general, inferiores a los objetivos de los bancos centrales, en particular en el Reino Unido.

Deuda

En el Reino Unido, Carl Emmerson del Instituto de Estudios Fiscales (IFS) explica a la AFP que la deuda de casi el 90% del PIB es actualmente alta pero que alcanzó «casi el 260% después de la Segunda Guerra Mundial».

El déficit de las cuentas públicas era recientemente algo menos del 2%, ya que los conservadores convirtieron su control en regla fiscal. Había subido al 10% durante la crisis financiera de 2008.

La deuda y los déficits deberían ser, en cualquier caso, la menor de las preocupaciones de los gobiernos en este momento, especialmente porque las tasas de financiación son históricamente bajas, afirma Jonathan Portes, profesor de economía en el King’s College de Londres.

Además, parecen haber dejado de lado por el momento todas las doctrinas de la ortodoxia presupuestaria al anunciar planes de estímulo por valor de billones de dólares.