FUENTE: CUIDATEPLUS

Siempre se ha dicho que la natación es uno de los deportes más completos. Esta afirmación se aplica a su práctica para mantenerse en forma, pero también como ayuda para la recuperación tras una lesión. El efecto de ingravidez tiene grandes ventajas.

En el medio acuoso se desarrollan, según explica Tomás Fernández Jaén, jefe del Servicio de Medicina Deportiva de la Clínica Cemtro, “procedimientos que son en descarga, sin impacto, en los que se puede controlar el peso y la carga”. Por eso, las lesiones traumáticas se pueden tratar en el agua desde un primer momento. La única salvedad es que, si la lesión se ha tratado con cirugía, hay que esperar a que la herida cicatrice.

El especialista subraya que el agua ofrece posibilidades terapéuticas más allá de la natación, como el ejercicio en la piscina o caminar en ella. Todo dependerá de la lesión. De hecho, tal y como apunta Raúl Arellano, catedrático de la Universidad de Granada (UGR) y responsable del Aquatics Lab de esta institución, “muchos médicos aconsejan a sus pacientes con problemas de espalda que naden, pero es una recomendación muy genérica. ¿Qué tipo de movimientos se precisan para esa lesión concreta? ¿Y si esa persona no sabe nadar bien?”.

El experto cree que hay que partir de que la natación “es buena cuando dominas la técnica”. Asimismo, aclara que para la mayoría de las lesiones se recomienda empezar con ejercicios analíticos (centrados en zonas concretas del cuerpo) y, en todo caso, la natación quedaría para fases posteriores de la rehabilitación.

Las lesiones susceptibles de mejorar con ejercicios en el agua son de todo tipo: de músculos, de tendones, de articulaciones, de huesos… Por ejemplo, la actividad en la piscina ayuda a “estimular la formación de hueso tras una fractura” y para ganar musculatura se puede “fomentar la resistencia con aletas o pesos en los tobillos”, comenta Fernández Jaén.

Caminar en el agua

Dependiendo tanto del paciente como de la lesión que presente, los especialistas pueden prescribir la realización de fisioterapia en el medio acuático o recomendar, simplemente, caminar en el agua.

Es importante acudir a una piscina con unas cuantas profundidades distintas porque el nivel del agua aconsejado será diferente en función de la zona afectada. De este modo, para la recuperación de algunas lesiones se aconsejará que el agua alcance la altura de la rodilla, mientras que para otras será mejor que llegue hasta los hombros o el cuello.

En otros casos se indicará al paciente que ande en el agua profunda sin tocar el suelo, lo que equivaldría a caminar sin impacto. El catedrático de la UGR recuerda el caso del maratoniano de los años 80 Alberto Salazar, que tuvo una lesión importante pero se mantuvo en forma porque “siguió entrenando en la piscina, corriendo sin tocar el suelo”. Los resultados fueron óptimos: no mucho tiempo después batió el récord mundial.

Arellano explica que los ejercicios analíticos en el medio acuático son especialmente beneficiosos para las lesiones de las extremidades inferiores (tobillo, rodilla…). Una de las formas de graduar la carga es la piscina contracorriente, es decir, un chorro que empuja hacia atrás. El experto recalca que en las extremidades superiores (brazo, mano, muñeca…) es más difícil medir la carga. Sin embargo, se lamenta de que estas cuestiones no lleguen a plantearse en nuestro entorno debido a la escasa implantación en España de la rehabilitación en el agua.

¿Qué estilos son más adecuados?

Los beneficios de la natación son indudables, aunque queda claro que no siempre es la primera opción y que es muy importante cuidar la técnica. Por otro lado, no todos los estilos son igual de recomendables.

Espalda

Nadar de espalda está especialmente recomendado para las desviaciones de columna. Se podría afirmar que es un estilo bastante adecuado para la mayoría de las personas.

Crol

Nadar a crol puede ser igualmente saludable de cara a la prevención y recuperación de las lesiones, pero el movimiento de cuello, si no se hace bien, puede ocasionar problemas.

Braza

La mayoría de las personas realizan un movimiento de hiperextensión de la columna al nadar a braza. Es decir, bajan más la zona de la pelvis que los hombros y, por lo tanto, fuerzan la zona lumbar. Por eso, este estilo solo se recomienda a aquellas personas que hayan conseguido una técnica depurada.

Mariposa

El estilo mariposa está desaconsejado en caso de lesiones -sobre todo de espalda- porque implica un movimiento zigzagueante de la columna.

Seguridad y accesibilidad

La entrada y salida de la piscina debe ser segura, sobre todo tratándose de personas lesionadas. “La piscina debe estar acondicionada para poder entrar con seguridad”, apunta Fernández Jaén. Este requisito se traduce en “una rampa con pasamanos que permita entrar a las personas mayores y hasta con silla de ruedas”.

Tan importante como la accesibilidad es la actitud al entrar en la piscina: caminando en vez de saltar o lanzarse.

Otros consejos útiles son beber mucha agua antes y después de los ejercicios de recuperación en el agua e ir incrementando el tiempo dedicado a ellos de forma progresiva.