Por: María Bettina Angulo
Instagram: @mabettina82
Imagen: Telemundo
Durante toda la existencia muchas mujeres han tenido que ser sometidas por hombres que las tratan mal, abusan de ellas, las agraden psicológica y físicamente, al punto heridas y llevarlas hasta la muerte. En todo ese tiempo se han creado fundaciones, instituciones y leyes, que las apoyan, defienden, prestan ayuda psicológica, y muchas cosas más, para ver si algún día el feminicidio deja de ser el pan nuestro de cada día.
Desafortunadamente y a pesar de las tantas fundaciones que se han creado en defensa de las mujeres, de que los gobiernos han creado instituciones y se han legislado decretos y leyes para enjuiciar a aquellos quienes cometan el delito de feminicidio, es increíble que aún lo sigan cometiendo.
Y es que en medio de la pandemia se disparó el número de abusos intrafamiliares, pues si comúnmente ocurría estando todos fuera de casa, imagínense lo terrible que pudo ser para muchas mujeres estar encerradas en una capsula de sufrimiento durante 4 meses.
Es muy triste conocer cada caso que ocurre, de hecho, hay hombres que han tenido el descaro de matar una mujer en una ciudad e irse a otra a buscar una nueva víctima, y siguen en la calle. Hombres que han pagado seguros de vida para luego cobrarlos y aún así siguen libres. Hombres que han sido denunciados por varias mujeres y no han sido sentenciados porque la suerte parece estar más de su lado.
Últimamente hemos visto casos de personas muy jóvenes que se han visto involucradas en estos hechos tan perturbadores, que sin alma ni corazón niegan la fechoría que han cometido, olvidando que nacieron gracias al vientre de una mujer, olvidando que pueden tener hermanas y que a ellas les pudo haber pasado esto.
Tristemente muchos son los casos que han quedado impunes, muchas familias de mujeres que han muerto por las manos de unos hombres que hoy siguen libres, claman justicia, y les hacen un llamado a todas esas mujeres que hoy en silencio guardan la vergüenza o el miedo a denunciar a quienes las agreden, para que no permitan ni un golpe más porque después de ello, llega la muerte.