Por. Dr. Julio César Hernández C.

La autonomía de los seres humanos abarca entre otros aspectos el de determinarse para bien o para mal, esto es, poder ejercer su soberanía personal, dado que tenemos una autoridad suprema e independiente en lo racional, moral y espiritual sobre nosotros mismos, sobre nuestra forma de pensar, sobre las decisiones que tomamos en base a las circunstancias que nos rodean, sin ser forzados por otras personas. Nuestras decisiones implican del mismo modo dos circunstancias, poder asumir responsabilidades por ellas, y expresar simultáneamente el sentido de comunidad y de compromiso que asumimos con los demás, pues la responsabilidad debe ser un valor y una práctica ética que puede impactar la vida ciudadana.

La soberanía personal significa tener la capacidad de decidir, cómo queremos que nos afecten las distintas situaciones que vivimos y lo que es más importante aún, tener la capacidad para determinar la magnitud de las reacciones emocionales, ante nuestras propias decisiones; recordemos que las decisiones que se toman en el presente, darán forma al futuro. La soberanía personal la ejercemos a diario y puede ser que no nos hayamos dado cuenta de esta enorme potencialidad. Tal omisión en el análisis personal puede ocurrir porque nos ensimismamos en debates o circunstancias de diversa índole en el que se buscan responsables fuera de nosotros, para sentirnos mejor, aunque por acción u omisión hayamos contribuido a crear la situación que nos incomoda. Echando culpas a los demás nos sentimos mejor y nos convertimos en víctimas.

Por las anteriores razones, el tema de la soberanía personal es una cuestión que afecta a todos los individuos y sociedades, estemos o no, conscientes de ello. En el primer supuesto, reconocer y valorar el alcance de nuestras opiniones y acciones, nos puede ayudar a interpretar y mejorar lo que pasa en nuestro pensamiento y conducta, lo mismo lo que pasa en el entorno social en el cual nos desenvolvemos y lo que generamos. La soberanía personal implica entonces la autoridad y poder intrínseco de una persona para determinar su propia dirección y destino; dependiendo del grado en que esté presente el libre albedrío en la toma de decisiones, como también se conoce a la soberanía personal, existirá o no, soberanía.

Soberanía personal y responsabilidad, implican tener poder y autoridad dentro de una Nación o de una Sociedad, ya que la suma de opiniones de todos sus integrantes, conforman la soberanía popular; por lo tanto, hay que administrarse con mesura y racionalidad, pues no se puede hacer con esa autonomía personal lo que se quiera. Ello, porque hay que tomar en cuenta, la soberanía de los demás, aunque no siempre sea así. En la toma de decisiones, puede ocurrir que cualquier persona intente disminuir o destruir la soberanía personal de otros, a través de supremacismos intelectuales o morales, lo cual es muy frecuente, para obtener lo que quieren, pues al fin y al cabo cada una de las personas tiene tanta soberanía, como la que pueda demostrar a través de la voluntad y forma de pensar, sean escogidas de manera libre o no.

En todo caso, la soberanía personal tiene un alto precio que pagar, que es la responsabilidad; ella se presenta de manera proporcional al hecho donde haya que tomar decisiones y mostrar reacciones. Mientras más autonomía se tenga en las decisiones personales, se evitarán relaciones codependientes y manipulativas, que por cierto se dan mucho en el campo económico, político y religioso entre otros. Todas las personas pueden entonces ser y hacer lo que quieran, con tal de no afectar esa misma libertad y derecho de los demás; ahora bien, ¿sería posible una sociedad de estas características en el país? dado que nuestras decisiones y acciones configuran el presente y el futuro, o sea, les da una fisonomía. De otra parte, si nos desprendemos de esa soberanía personal, también, entraremos en el campo de la obediencia sea cual fuere su causa o motivos, ya que la misma comporta también una cierta renuncia a la razón y a la propia opinión o sea, a la soberanía personal.