Julio César Hernández Colmenares
Para efectos reales, puede haber líderes de grupos comunitarios o vecinales organizados o no. Un líder en la actualidad, debe estar apto, no sólo para cautivar seguidores, que es de su esencia, sino también para dirigir o administrar Instituciones públicas o privadas. Estas dos condiciones a nuestro juicio son las que hacen que la gente tenga disposición a seguirlos, por cuanto les ofrecen medios para la satisfacción de sus deseos y necesidades, en base a la interpretación o captación de lo que ellos desean. Para el expresidente de los Estados Unidos Harry S. Truman, “el liderazgo es la capacidad para conseguir que las personas hagan lo que no les guste y luego les guste”. Otros autores como Harold Koontz y Heinz Weihrich, lo consideran un arte, por tener que influir en el pensamiento de las personas y en su voluntad, o sea, hay que saberlo hacer, para que se esfuercen en el cumplimiento de las metas comunes.
Un buen líder debe saber transmitir pasión, seriedad e intensidad en la ejecución del trabajo, mediante una acertada motivación u otorgamiento de estímulos, para ello, debe ejecutar al máximo sus distintas capacidades y habilidades personales. Van al frente de la conducción política, económica o social porque dirigen, no se colocan a la zaga de una comunidad para criticar o dañar, deben ser factor de inspiración en la lucha donde estén, infundiendo valores. De la misma manera ese liderazgo debe saber planificar, para anticiparse al futuro con respetable aproximación en las acciones a ejecutar, para así poder tener una visión clara de lo que se pretende y hasta donde se puede llegar, dejando bien claro, cuál es su interés al respecto.
En cuanto a los componentes del liderazgo en un Estado Constitucional Democrático, Social, de Derecho y de Justicia, éstos deben ser: la capacidad para hacer un uso eficaz y responsable del poder a fin de que sea la mayor cantidad de gente posible la que se beneficie de una gestión pública o privada y de esta manera, se pueda mantener y aumentar el número de seguidores. Otro componente es entender que los seres humanos tienen diferentes motivaciones en diferentes momentos y situaciones y que deben lidiar con ellas y para eso un líder debe tratar de conocerlos a fondo; por último, trabajar en favor del desarrollo de un ambiente que permita dar respuestas adecuadas a los distintos planteamientos originados en diferentes motivaciones.
En cuanto a las conductas y estilos de liderazgo, éstos se agrupan en distintas categorías, según el uso que se pueda hacer del grado de autoridad que se tenga. En tal sentido, los estilos más frecuentes en la práctica dirigencial, son las del líder autocrático que impone y espera cumplimiento en las tareas asignadas, es dogmático, seguro y conduce la misión premiando o castigando la calidad del resultado obtenido. También está el líder democrático, que tiene en la consulta a sus seguidores una estrategia permanente de orientación, ya que les pide opinión respecto de las acciones a seguir y probables decisiones tomar. Este líder va desde la persona que no emprende ninguna acción sin el concurso de sus seguidores, hasta aquel otro líder que toma las decisiones por sí solo, previa consulta. En tercer lugar, está el líder liberal que hace un uso mesurado de su poder, otorgándole en buena medida independencia a sus seguidores para la toma de decisiones.
El líder liberal va a depender en gran medida de sus seguidores para el establecimiento de sus propias metas y de los medios para alcanzarlas; sienten que deben servir de apoyo a las actividades que cumplen sus adherentes, mediante el suministro de información que puede hacer más claro el camino a seguir cuando haya varias alternativas por decidir. En todo caso, la aparición de un determinado estilo de liderazgo dependerá también de la situación que se confronte. La adopción de los estilos de liderazgo, respecto de esta última circunstancia, dependerá del tipo de líder que dirige, sus seguidores y por supuesto del grado de complejidad de la situación. De la personalidad de quien dirige, su sistema de valores, confianza en sus simpatizantes y el grado de certeza que se perciba en él para conducir.
Uno de los enfoques más usados en tiempos recientes sobre los estilos de liderazgo, es la denominada “rejilla del liderazgo” que debe dirigir todo su interés tanto a la obtención de resultados como en las personas que propenden a alcanzarlo; ello puede crear una atmósfera agradable, distensionada y amigable a la par de un buen ritmo de trabajo, porque se crea el compromiso, dado el interés común en la tarea, con interdependencia entre los seguidores, confianza y respeto. En todo caso, las decisiones a seguir, siempre deberán ser el resultado de un exhaustivo análisis por parte del líder y sus seguidores. Y en cuanto a los seguidores o cercanos, tratar en todo momento de no lastimar la autoestima o dignidad de ellos. Usar más el factor confianza que el de obediencia.
Por último, en tiempos de incertidumbre un líder debe estar preparado para guiar. Saber manejarse ante la incredulidad de muchos y reconocer las situaciones problemáticas rápidamente. Debe estar en un constante aprendizaje; enfrentarse a cada situación como si fuera la primera vez; parte del conocimiento se debe dejar atrás para buscar soluciones creativas e innovadoras. Lo anterior, porque las sociedades se renuevan y se crean nuevas convicciones, creencias e ideas, que exigen un cambio de mentalidad en todos los niveles, pues estamos en una etapa en donde predecir lo que va a pasar es bastante difícil, aunque sí sabemos una cosa, necesitamos y continuaremos necesitando líderes, atentos y estudiosos del contexto y con una gran capacidad de adaptación a los cambios.