Dr. Carlos G. Jaime

La educación es el factor más importante e influyente para el desarrollo y progreso de las personas y por ende de la sociedad. Conceptualmente no se limita a proveer conocimientos o información, sino también ha de aportar enriquecimiento cultural y espiritual, como valores que resumen el deber ser del “homo sapiens”. Muchas citas se han escrito sobre el tema. Lao-Tse: “Dale a un hombre un pescado y comerá un día, pero enséñale a pescar y comerá toda su vida”. Platón:” Si un hombre deja de lado la educación, caminará cojo toda su vida”, ergo, desde la antigüedad se ha reconocido el factor educativo que yo diría imprescindible, para el crecimiento y desarrollo personal y colectivo.

La neurogénesis nos dice que el aprendizaje puede perfectamente continuar en edades avanzadas y, es más; la Andragogia (educación de adultos), ha demostrado que la inversión en trabajadores maduros más capaces educacionalmente que los muy jóvenes, genera mayores beneficios, siempre y cuando se les dé la oportunidad de ponerse al día en las nuevas tecnologías. Andrés Hoppenheimer en su libro “sálvese el que pueda”, plantea la imperiosa necesidad que, los profesionales y técnicos deben actualizarse en temas novedosos tales como: Sistemas, redes, inteligencia artificial etc., esto está pasando incluso en la medicina, ciencia y arte en la que existen actividades tan complejas como el diagnóstico y terapéutica, hoy altamente mejoradas y muy precisas por el avance tecnológico.

La competividad entre tecnología y educación a medida que los mercados laborales se ajustan a la automatización se fundamenta en las capacidades competitivas, lo que se ve obstaculizado si hay deficiente desempeño educativo como es frecuente ver en países en desarrollo, ya que los cambios que se suceden aceleradamente en la competencia mundial, exigen el dominio de nuevas habilidades y adquisición de nuevas destrezas en función de formar asertivamente a los futuros trabajadores profesionales y técnicos, para lograr el éxito en el mercado laboral.

Por lo tanto, hay que invertir temprano y de manera inteligente evitando al máximo el exceso de información por parte del docente, quien más bien debe hacer sus mejores esfuerzos en “enseñar a aprender” como lo decía Arturo Uslar Pietri, y más ahora cuando gracias a esa maravilla llamada Internet se tiene acceso con un Click a las mejores bibliotecas y revistas científicas del mundo. Los sistemas educativos con mejores resultados son aquellos que enseñan proactivamente a los educandos desde temprana edad, preparándolos para su actualización continua sabiendo utilizar la información en la rendición de cuentas de su desempeño, ante el sistema evaluativo.

Obviamente los países deben mejorar la calidad educativa por intermedio de organizaciones independientes especializadas en la búsqueda permanente de la excelencia, basándose en parámetros de eficiencia y equidad, lo que significa que aquellos desfavorecidos, pero con aptitudes y voluntad manifiesta de querer mejorar, se les debe dar oportunidad por medio de becas u otros sistemas similares, debiendo reponer la inversión una vez graduados. Nada gratis por aquello que:” Lo que nada nos cuesta, hagámoslo fiesta”

Esta es una de las críticas que en lo personal le he hecho a nuestra universidad, y conste que soy profesor de una de ellas, ya que buena parte de nuestros docentes se conforman con email informativas sin la menor preocupación de estimular la curiosidad y sentimiento crítico en sus estudiantes. Por su parte nuestras autoridades universitarias con escasisimas excepciones tampoco se han preocupado por dotar a la institución de empresas que aporten financiamiento para sus necesidades de actualización bibliográfica, tecnológica y de investigación preferentemente, y menos aún, edición científica bibliográfica, atenidos a una mentalidad rentista conformándose con los “presupuestos gubernamentales”, hoy menguados por la difícil situación socioeconómica, y cuya resultante ha sido prácticamente la paralización universitaria, como muy bien lo ha planteado varios profesores de la ULA, como motivo de los 236 años de su fundación.

Dolorosamente necesitamos urgentemente una reforma educacional, en todos sus niveles, minimizando la “tehoresis” y estimulando la “Praxis”. Así la universidad conformando asociaciones estratégicas con el empresariado nacional y/o internacional, permitiría estudiar los problemas técnicos que sus empresas tengan, pudiendo a su vez, innovar tecnologías que faciliten la producción de bienes y servicios, recibiendo como compensación beneficios económicos. Un ejemplo de ello son las universidades americanas, europeas y asiáticas, donde la exigencia de la investigación es leit motiv, y a diario se dice:”Write or death”, que quiere decir que si quieres progresar investiga y publica, subvencionándose por los llamados “grants”, que muchas compañías farmacéuticas, tecnológicas y el gobierno mismo, financian el emprendimiento investigativo.

Sigamos los buenos ejemplos, como el de los tigres asiáticos, y entre ellos Singapur.