Dr. Carlos G. Jaime M.

Desde que Jenner descubre el método de vacunación antivariólica, y luego Pasteur siguiendo sus pasos concibe la vacunación contra la rabia, muchos investigadores han seguido su ejemplo desarrollando distintos métodos de vacunación contra otros flagelos de la humanidad, como han sido el sarampión, difteria, tosferina, tétanos y otros, hasta llegar a la anti poliomielítica del Dr. Sabin. Es así como gran cantidad de padres de familia las aceptaron con entusiasmo, porque querían ver crecer fuertes y vigorosos a sus hijos, pero, al mismo tiempo aparecieron aves agoreras tripanofóbicas, que conformaron movimientos anti vacunas.

La verdad es que no puedo entender que hoy en día, a pesar de que ha pasado mucho tiempo de investigación en este terreno con la miríada de niños vacunados evitando patologías que en otros tiempos significaron la muerte, todavía existan grupos que se oponen a la vacunación. Tanto es así, que con la pandemia de la Covid-19 se ha desarrollado una paranoia que tiene dos vertientes. La primera y que obedece a la lógica, que es el miedo a contraerlo y que nos acarree el encuentro con la parca, y la segunda es una fenomenal campaña a nivel mundial orientada al rechazo, basados en posibles efectos colaterales indeseados, que dicho sea de paso son sumamente infrecuentes.

Pero ¿Qué es una vacuna?. Es una sustancia por lo general derivada del agente infeccioso tratado bioquímicamente para atenuar su virulencia, es decir, su capacidad de producir la enfermedad en forma grave que pueda poner en peligro la vida del paciente, pero que no altera su capacidad antigénica, que es aquella característica del agente infeccioso de estimular los mecanismos inmunitarios o de defensa que tiene nuestro organismo, para combatir aquellos elementos extraños, porque no son parte de su composición genética. Estos mecanismos inmunitarios actúan por dos vías: Una humoral, es decir, por medio de sustancias que circulan en la sangre que reconocen, primeramente, los elementos extraños, enviando de inmediato una señal a elementos celulares que son unos glóbulos blancos especiales, encargados de destruir dichos elementos.

Es bueno acotar cuantos tipos de vacunas hay: Las que utilizan formas vivas del patógeno atenuado que como son similares a la infección natural, y crean una fuerte inmunidad Vr.Gr. sarampión, varicela, rotavirus, fiebre amarilla y viruela. Vacunas de gérmenes muertos pero que conservan su actividad antigénica, Vr.Gr. hepatitis A, Gripe, Polio, rabia. Vacunas con toxoides que van contra la toxina que fabrica el germen que es la de efectos deletéreos, Vr. Gr. difteria, tétanos. Y finalmente, las vacunas con Recombinantes hechas con partículas de algunas proteínas del patógeno que este utiliza para atacar las células de nuestro organismo, como Vr. Gr hepatitis B, HPV (virus del papiloma humano), tosferina, neumococo.

Con la aparición de la pandemia se aceleró la investigación en ingeniería genética y biotecnología, apareciendo vacunas que utilizan ARN mensajero que es uno de los ácidos de la cadena genómica, y que comanda la producción de proteínas en la célula, llevando una pequeña parte del material genético del patógeno, para estimular el sistema inmunitario; y las llamadas ADN que se fabrican a partir de un adenovirus como el de la gripe por ejemplo, al que se le incrusta un fragmento de la proteína que utiliza el patógeno para burlar el sistema defensivo, de modo que se exponga a este sistema, se le reconozca y estimule al sistema inmunitario. A partir del surgimiento de estos descubrimientos se suscitaron una serie de mitos el cual más fantasioso que otro, sobre si nos iban a implantar un “chip” para modificar nuestra conducta, producir fertilidad etc. Otros que es una táctica de un grupo de personas poderosas que quieren disminuir el tamaño de la población mundial, y pare Ud. de contar.

Lo que sí es verdad es que el virus es una realidad, y que las anteriores pandemias nos han enseñado que las mismas tienden a desaparecer cuando se adquiera “LA INMUNIDAD DEL REBAÑO”, lo que significa que será cuando el 70 % de la población mundial se haya contagiado y sobrevivido al virus, o lo que es igual a 7.700.000.000. (Siete mil setecientos millones) de personas; lo que se puede lograr acelerando el proceso con la vacunación. Se imaginan, ¿Cuánto tiempo va a llevar? Hagan el cálculo promediando cuantos se pueden vacunar diariamente. Ahora bien; el problema que tenemos en Venezuela es que el ejecutivo ha retardado el pedido de las vacunas y más bien ha puesto reparos a las propuestas de Fedecámaras y de la oposición para la importación de vacunas con el sistema COVAX, lo que retarda más aún la llegada de las mismas, y hasta ahora se han vacunado los altos funcionarios, oficialidad, seguridad, y algunos médicos, lo que ensombrece el panorama preventivo mediante la vacunación masiva como lo están haciendo países vecinos, y ello hace prever mayor número de infectados con su secuela de incremento de la morbilidad y mortalidad en lo venidero.

Recuerde que este virus tiene características especiales que lo hacen particularmente agresivo. Sumamente infectante porque lo trasmiten personas que están infectadas, pero sin manifestar todavía síntomas, lo que lo hace muy peligroso. Segundo que ataca con mayor virulencia a personas de edad y/o con enfermedades crónicas, pero además como todo virus muta, conformando variedades como las que están apareciendo, que tienen mayor poder infectante y atacan a edades tempranas, inclusive niños de corta edad, así que si está leyendo este artículo, le aconsejo que no le haga caso a la desinformación que aparece en las redes sociales, y que se comunique con médicos amigos que le aclaren sus dudas, porque parodiando al Dr. Rodríguez de Lima maestro de la cirugía plástica, cuando le preguntaban: ¿Maestro, que es lo mejor para las quemaduras? Contestaba invariablemente:” Mejor es no quemarse”

Así que, refiriéndonos al coronavirus, “Mejor es vacunarse”, y que Dios nos coja confesados.