José Lucio León Duque
Sacerdote de la Diócesis de San Cristóbal

Reflexión a la luz de la Palabra de Dios

“Les aseguro que yo soy la puerta de las ovejas. Todos los que han venido antes de mí son ladrones y bandidos; pero las ovejas no los escucharon. Yo soy la puerta: quien entre por mí se salvará y podrá entrar y, salir…” Jn 10, 1-10

Celebramos el día del Buen Pastor. En el Evangelio de San Juan, Él usa esta imagen refiriéndose a Él mismo ya que es la puerta por la cual todos estamos invitados a pasar. Él es el Buen Pastor que conduce a sus ovejas por senderos tranquilos hacia los mejores pastos. Los que no permiten esto son ladrones y matan las ovejas sin ninguna compasión.

Comportarnos como pastores

En cada domingo de Pascua, se nos habla del impacto que la presencia de Cristo, resucitado de la muerte, tiene en cada uno de nosotros. Los católicos hacemos vida en esta experiencia con la cual se promueven, se aprenden y se viven las características sencillas de la vida cristiana: la oración y la Eucaristía, la instrucción en la fe y la adhesión al Evangelio. Cada uno de nosotros debemos configurarnos al Buen Pastor, siguiendo sus enseñanzas, su ejemplo y su presencia en nuestros corazones.

Es necesario encontrar en Dios el sentido de nuestra vida cristiana, ya que somos hijos de Dios y debemos luchar siempre por mostrarnos como tal. “Cristo es el verdadero pastor, que realiza el modelo más alto de amor por el rebaño: Él dispone libremente de su vida, nadie se la quita, sino que la dona a favor de las ovejas. En abierta oposición a los falsos pastores, Jesús se presenta como el verdadero y único pastor del pueblo: el mal pastor piensa en sí mismo y explota a las ovejas; el pastor bueno piensa en sus ovejas y se dona a sí mismo. A diferencia del mercenario, Cristo pastor es un guía pensativo que participa en la vida de su rebaño, no busca otro interés, no tiene otra ambición que la de guiar, alimentar y proteger a sus ovejas. Y todo esto al precio más alto, el del sacrificio de la propia vida. (Papa Francisco).

Si el reflejo de nuestra vida es lo que vivimos en nombre de Dios, podremos entonces sentirnos configurados a Él y junto a ello, seremos testigos de la verdad, extendiendo el Evangelio a todos sin exclusión en medio de la crisis que estamos viviendo en la actualidad en nuestro país y en el mundo entero.

María, madre del Buen Pastor

La vida y el ministerio de María, es único e irrepetible, ya que es modelo de cada vocación cristiana. María debe contar en la vida cotidiana de todos y cada uno de nosotros, pues ella nos invita a seguir su ejemplo: “hagan lo que Él les diga” (Jn 2,5). Se nos invita, por tanto, a pedir su intercesión por todos los pastores de nuestra Iglesia, por todos y cada uno de aquellos que viven en Dios y a través de Él, se esfuerzan por ser verdaderos discípulos del resucitado. Así sea.

Recordemos orar por las vocaciones sacerdotales y por nuestros seminarios.