Pbro. José Lucio León
Sacerdote de la Diócesis de San Cristóbal
Reflexión bajo la luz de la Palabra de Dios
“Entra hasta el fondo del alma, divina luz, y enriquécenos. Mira el vacío del hombre, si tú le faltas por dentro; mira el poder del pecado, cuando no envías tu aliento.” (Secuencia de Pentecostés).
“Ven, Espíritu Santo, y envía del Cielo un rayo de tu luz.” (Oración al Espíritu Santo). Una luz que irradia en medio de un mundo ofuscado por el materialismo y la falta de esperanza, pero a la vez, una luz que se expande en cada corazón para que cada uno de nosotros seamos testigos perennes del amor de Dios, manifestados en la resurrección de Jesús y en la presencia continua del Espíritu Santo en nuestras vidas. En este domingo se manifiesta la esperanza, la paz y el amor que necesitamos todos y que crece cada vez más por la adhesión a la Iglesia que cada uno experimenta y profesa.
“Todos quedaron llenos del espíritu santo”
La venida del Espíritu Santo, manifestada en nuestras vidas, es la prueba cierta de que la promesa de Jesús se cumple y se hace verdad. Así como los discípulos estaban reunidos en un mismo lugar el día de Pentecostés, se nos pide hoy, unirnos como hijos de Dios, hermanos de Jesús y testigos del Espíritu, para manifestar a todos la alegría que ello nos proporciona. El Espíritu que da vida a nuestras almas, es la fuerza que nos ayuda a caminar en medio de las dificultades, es la constancia que nos impulsa a ser verdaderos discípulos, es la paz que nuestros corazones necesitan. Pentecostés da inicio a un camino de fe y esperanza; es el comienzo de la actividad apostólica de la Iglesia, es el itinerario donde podemos llevar el mensaje de salvación a todos.
El Espíritu Santo, fuego y brisa, amor y esperanza, luz y guía, nos da la posibilidad de ser amantes de la oración, fieles discípulos de la Evangelización y sembradores de la paz. Pidamos de corazón al Espíritu Santo que entre en nuestras vidas. Pidamos por aquellos que en su corazón sienten el vacío del amor y la misericordia; de aquellos que por la injusticia deben callar y ser testigos silentes de una pobreza sin retorno; de aquellos que claman al cielo y a los hombres, la misericordia que es menester para fortalecer su propia vida; de aquellos cuyas vidas se encuentran al borde del abismo deseando no caer…ven Espíritu Santo, ayúdanos a ser portadores de la certeza que sólo el Evangelio da a quienes firmemente creemos en él.
Cada uno de nosotros está llamado a proclamar cada día, la petición que nos lleve a sentir la presencia del Espíritu: “ven, Espíritu Santo… ven, Padre de los pobres; ven, dador de los dones; ven, luz de los corazones. En el esfuerzo, descanso; refugio en las horas de fuego; consuelo en el llanto.”
María Santísima, nos guía en todo momento
En el camino de la luz, de la paz y la esperanza nos acompaña de la mano María nuestra madre. Ella nos motiva y nos guía por el camino justo y hace de todos y cada uno de nosotros, verdaderos testigos de la presencia del Espíritu Santo en la Iglesia, en cada uno de nosotros. María está ahí, junto a nosotros, junto a sus hijos. Esto es garantía del amor y la inhabitación de Dios en nuestras vidas. “Todos ellos perseveraban en la oración con un mismo espíritu… en compañía de María, la Madre de Jesús…Acudían diariamente al Templo con mucho entusiasmo”. (Hech. 1, 12-14 y 2, 46). Así sea.
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