Cerrar los ciclos y mirar al futuro resulta complicado. La resistencia al cambio es inherente al ser humano y los finales llaman siempre a la crítica, positiva o negativa. Ahí es cuando cobra sentido la frase «gracias por tanto y perdón por tan poco». Ese deseo de siempre haber querido hacer más golpea y frustra.La situación de James Rodríguez en el Real Madrid es de lo más aterrizado y natural. Se habla de un punto de desmotivación y resignación a una última esperanza de rendir con el Merengue.A penas fue al inicio de la temporada, hace casi un año, pero parece que sucedió mucho, cuando el regreso del colombiano se recibió con aplausos en el Santiago Bernabéu. Ese partido contra el Real Valladolid ilusionó. Días atrás, en la puerta de la Ciudad Deportiva en Valdebebas, los aficionados le gritaban a la camioneta negra. «¡James, no te vayas al Atlético de Madrid!».Empezó siendo tenido en cuenta y pronto todo se derrumbó. Para octubre, el número 16 no apareció más. Zidane quedó preocupado en aquella visita al Mallorca y empezó a apartar al colombiano. Dejarlo como un plan de emergencia y darle la escotilla de la Copa del Rey no funcionó. Las lesiones hicieron lo suyo. James no contó más. No rindió más.Hay que hacer un llamado a la sensatez. Zizou está a punto de ganar LaLiga y, como ya consiguió las Champions, el cucuteño está fuera. Es más que evidente la molestia del futbolista. Hablar públicamente después de un año y explicar que se quedó contra sus deseos por los términos contractuales es defenderse ante quienes no se han enterado y aún le recriminan «haber vuelto a Real Madrid». Como si dependiera de él.James tuvo oportunidades que no aprovechó, eso se le puede criticar. Ahora, rendirse no siempre está mal. Para muchos podrá sonar como una salida facilista o desesperada, pero, ¿quién no a estado a punto -si es que no lo hizo- de mandar todo al carajo?Si James se cansó de viajar para quedarse en el banquillo, es un drama entendible. Tan comprensible es la situación que Zidane evoca sus épocas de futbolista y accede a la petición del jugador. De no ser así, ya nos enteraremos de una sanción, como la que pondría cualquier empresa hacia un empleado que no cumple con sus funciones.¡Vaya despedida! A James hoy no se le extraña en Madrid, pero en Colombia no lo olvidan. Es momento de mirar al frente y volver a nivel. Que más adelante digan en los bares de La Castellana, viendo algún partido de otro equipo: «¡De lo que nos perdimos!».