A partir de la invención de la escritura, el ser humano ha dejado para la eternidad cientos de teorías que han sido aceptadas universalmente, otras criticadas y puestas en duda, y por supuesto las negadas con el paso del tiempo.
La ‘Tierra Hueca’ es una hipótesis mucho menos desarrollada que la de la ‘Tierra Plana’. Sin embargo, la corteza de la Tierra, es una especie de caparazón que esconde un enorme hueco en su interior. Sabes…Lo curioso es que, según creen, en ese hueco hay cosas.
Los defensores de que la Tierra es plana no son «cuatro frikis», son grupos que llevan más de un siglo luchando contra la ciencia
Y no cualquier cosa: un mundo prácticamente igual al nuestro con sus cordilleras, sus mares y su vida salvaje pululando justo debajo de nuestros pies. En realidad, la cosa no se queda ahí: los defensores de la Tierra Hueca sostienen que en lo que sería el núcleo del planeta lo que hay es un sol (pequeñito, pero sol, al fin y al cabo).
Como colofón, los terrahuequistas señalan que hay (al menos) dos enormes agujeros situados en los polos que comunican ambos mundos. Teóricamente, podría haber más accesos (túneles y cuevas), pero poco importa porque los gobiernos están confabulados para ocultarlo controlando los accesos al polo y sobornando a todos los astronautas que han podido verlos.
Recuerdas a V838 Monocerotis una estrella variable situada unos 20.000 años luz de nosotros que en el 2002 exhibió una explosión muy llamativa. Basta con ver la imagen que rescató el telescopio Hubble el 12 de diciembre de ese mismo año para entender por qué el movimiento la considera una «prueba irrefutable» de que todos los planetas son huecos (y contienen una estrella).
Señala José Luis Crespo, un poco de física elemental es suficiente para entender que la idea de que haya un mundo como el nuestro al otro lado de la corteza terrestre es inviable. Si la Tierra estuviera hueca, la gente que viviera dentro de ella no experimentaría la fuerza de la gravedad.
También John Carter dice que la gravedad de la Tierra es la inmensa densidad de su núcleo. Si estuviera vacío y solo dependiéramos de la masa de la corteza para andar sobre la superficie, esto sería una fiesta digna.
Es importante mencionar que algo similar ocurre con los terremotos. La estructura sísmica del planeta está perfectamente estudiada y es una de las cosas que nos ha permitido entender cómo se organiza geológicamente. La hipótesis de la Tierra Hueca sencillamente es incapaz de explicar cómo es posible que las ondas sísmicas se muevan como lo hacen.
Es oportuno destacar la literatura como ‘Viaje al centro de la tierra’ de Julio Verne o ‘La sombra más allá del tiempo’ del autor norteamericano H. P. Lovecraft. Esta teoría también promulga que al centro de la tierra se podría llegar por entradas que habría en los polos. Los alemanes durante la Segunda Guerra Mundial afirmaron haber encontrado una de estas entradas.
Sin embargo, los defensores de la Tierra hueca, afirman, que en el interior de nuestro planeta hay otros en su interior y están… ¡flotando!. La explicación que se da a la teoría es que, al ser nuestro planeta algo muy parecido a una esfera, las distintas fuerzas gravitacionales se cancelarían entre ellas y los habitantes del hueco flotarían por su interior.
Al mismo tiempo, la famosa espiritista, amiga de la familia real británica, Walburga von Hohenthal, o el ufólogo y pseudoterapeuta Walter Siegmeinster fueron defensores clásicos de la teoría. Estas creencias actúan como símbolo, en el sentido teológico del término: algo que permite a los grupos reconocerse mutuamente como comunidad aunque no les defina como comunidad.
La excentricidad o rareza de esas ideas, en parte, ese es un mecanismo más que hace que los grupos pseudocientíficos permanezcan unidos y se cohesionen y los expone a ataques que impulsan su sentido de pertenencia.
Finalmente el almirante Richard Evelyn Byrd, con varias horas de vuelo sobre los polos norte y sur, dejó una huella en la historia de la humanidad. Algunos autores sostienen que plasmó anotaciones que daban cuenta de la existencia de agujeros en los polos de la Tierra, de temperaturas elevadas en medio de zonas gélidas y de una enorme vida silvestre en el interior del planeta. (S. R.).
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