Han pasado 20 años desde la publicación del libro de Daniel Goleman titulado “Inteligencia emocional; por qué puede importar más que el IQ”, que se convirtió en un bestseller en su momento y que en cierta medida revolucionó el concepto que tenemos de inteligencia y que todavía sigue teniendo peso en las evaluaciones de las capacidades de cada individuo, pero ¿sigue teniendo vigencia este concepto? ¿de verdad la inteligencia emocional es más importante que el IQ?

Los seres humanos tenemos una necesidad inherente de ser reconocidos. A todos nos gusta considerar que estamos por encima de la media, que somos distintos, especiales y mejores, si se quiere. Los test online para medir la inteligencia son el reflejo de esto, aunque no sean fiables en lo absoluto, basta con ver el muro de Facebook para ver lo populares que son. Esta necesidad de medir qué tan inteligentes somos podría venir en parte del frenesí del IQ de los años noventa, en los que algunas investigaciones se encargaron de relacionar el nivel del coeficiente intelectual con el posible éxito de una persona.

De este modo, se pensaba que al conocer el coeficiente intelectual era la forma ideal de predecir cuánto podría vivir alguien, salud, tasas de divorcio, éxito académico y profesional entre otras cosas. De hecho, en 1994 un libro titulado The Bell Curve propuso las diferencias entre el coeficiente intelectual de las personas y su relación con el color de la piel. Por supuesto, fue acusado de racista; pero es una muestra de lo mucho que se manejó la importancia de la medición de la inteligencia en la época. Sin embargo, los estudios e investigaciones no se detuvieron, sólo que esta vez se buscaba una alternativa a la definición y aplicaciones del coeficiente intelectual. Un año después, el libro de Goleman salió a la venta y propuso un concepto que revolucionaría lo que sabíamos de la inteligencia.

¿Qué es la inteligencia emocional?

Daniel Goleman afirma en su libro «La Inteligencia Emocional» que la potencialidad de una persona no está determinada por su desempeño académico o el coeficiente intelectual, sino que también es importante tener en cuenta la capacidad que tenga el individuo de conocer y gestionar sus estados emocionales. Goleman afirma que la inteligencia emocional es:

Una forma de interactuar con el mundo que tiene muy en cuenta los sentimientos, y engloba habilidades tales como el control de los impulsos, la autoconciencia, la motivación, el entusiasmo, la perseverancia, la empatía, la agilidad mental. Ellas configuran rasgos de carácter como la autodisciplina, la compasión o el altruismo, que resultan indispensables para una buena y creativa adaptación social.

No hay un concepto único de inteligencia emocional

Este es el concepto de inteligencia emocional más empleado en la actualidad, y que en realidad se deriva del modelo propuesto por Jonh Mayer y Peter Salovey, quienes proponen que la inteligencia emocional tiene que ver con el procesamiento emocional de la información, cómo asimilan, comprenden y regulan las emociones propias y ajenas. Expongo esto para demostrar que no hay un único concepto de inteligencia emocional, así como no hay una definición única de lo que es la inteligencia; ambos son conceptos abstractos,pero sobre todo, son difíciles de medir con una prueba única. De hecho, los investigadores clasifican distintos tipos de inteligencia emocional en dos grandes grupos: “modelos mixtos” y “modelos de habilidades”.

Los modelos de habilidades, como el de John Mayer, definen la inteligencia emocional como se hace como con cualquier otra aptitud: verbal, mecánica o musical, por ejemplo; mientras que los modelos mixtos ofrecen una explicación que involucra rasgos de carácter, niveles de motivación y aprendizaje.

¿Es más importante la inteligencia emocional que el IQ?

Intentar decir que la inteligencia emocional es mucho más relevante que el coeficiente intelectual para determinar el éxito de una persona es casi como decir que el sistema respiratorio es más importante que el sistema circulatorio. Ambos tipos de inteligencia no son más que abstracciones que intentan dar explicación a las capacidades de un ser humano, por sí solas no son indicadores de nada; pues hay factores sociales (la llamada inteligencia social), factores ambientales y personales, por ejemplo, que también podrían ser relevantes para aproximarse a explicar las razones de éxito o fracaso de una persona, y de ser así, tal vez explicarían el desempeño del individuo dentro de un aspecto único de su vida.

Las personas somos más que un número o una habilidad

Si bien es cierto que resulta importante aprender a gestionar, manejar y conocer las emociones propias y de quienes te rodean, esto no es un indicador de tus posibilidades ni capacidades. Ejemplo de ello son las personas que padecen de Asperger, que aunque puedan tener un coeficiente intelectual elevado o normal, pueden carecer de la llamada inteligencia emocional. Las personas somos más que un número o una habilidad, por lo que sería positivo intentar de dejar enfocarnos en un valor numérico, un porcentaje, y dejar de intentar definirnos a través de él.