Dr. Carlos G. Jaime M.
Tesaurismosis es la acumulación de sustancias extrañas en los tejidos corporales, por lo tanto, el término “Broncemia” se refiere a la acumulación de bronce en la sangre. Esta enfermedad fue descrita hace unos 30 años por el Dr. Narciso Hernández, prestigioso cirujano en Córdoba, república Argentina. Decía el colega que el enfermo que tuviese Bronceosis tendría una tesaurismosis por acumulación de depósitos broncíneos, y que esta enfermedad pasaría por dos etapas: La primera sería la importantitis por un ego hipertrofiado, y la segunda la inmortalitis, cuando el bronce invade todo su cuerpo creando una escultura olímpica.
Esta enfermedad requiere de un ambiente ecológico especial que se ve con frecuencia en las altas esferas intelectuales por lo general universitarias, pero también se está viendo en la política, en esta última se hace patente la soberbia y la solemnidad del broncémico, por lo general y con muy contadas excepciones, por carecer de méritos que en algo lo pudiesen justificar, pero lo mejor del cuento es que desde hace tiempo también se ve en los miembros del partido verde, tal cual como los describe “El Gocho”.
La afección aparece por lo general entre los 55 y 60 años, pero se está viendo ahora más precozmente, presentándose con mayor frecuencia en los varones, pero con el afloramiento del feminismo también se está viendo en las hembras. Sus síntomas más comunes son una aceleración del tránsito mental tipo disentérico, con rigidez céfalo-caudal. Esta disentería intelectual expresada por verborrea egocéntrica, acompañada por una acucia (sordera) interlocutoria, puesto que al hablar no puede escuchar lo expresado por los que lo rodean, y la rigidez céfalo-caudal se expresa semiológicamente por un caminar cefálico erguido como si estuviera en un púlpito o atrio, ya que el bronce acumulado determina lo que se ha llamado Actitud regia: Mentón elevado con tórax henchido, y un apéndice nasal respingado en gesto como quien huele un olor desagradable.
Cuando los depósitos broncíneos llegan a la cara los músculos faciales adquieren rigidez, por lo que les cuesta sonreír, el engrosamiento de las cuerdas vocales produce un tono engolado de voz cargado de solemnidad, lo que asegura el mantenimiento de la distancia entre él y su interlocutor. En esta etapa la enfermedad puede ser tratada para que no alcance cronicidad, y para ello se recomienda como terapéutica, lecturas alejadas de la techno-profesión, asistencia a actos de tipo artístico-cultural, como musicales, conferencias literarias, acceso a distracciones o hobbies, que son esencialmente expresiones humanísticas.
Ahora bien; dado que el tema me es atinente en lo personal, y habida cuenta de mi condición de docente universitario, se me exige redactar una serie de recomendaciones para mis jóvenes colegas en función de prevenir esta patología, que redundará a su vez en la mejor atención que han de brindar a sus pacientes y evitar el maltrato a los mismos. Es de procurar que florezca el “espíritu de servicio”. El espíritu es un acto de ayuda que puede ser instintivo sin razonamiento, y El servicio es un profundo deseo de satisfacer la necesidad de aquellos que necesitan de nuestros conocimientos por lo que, es esencialmente una actitud.
Debido a ello, Daniel Goleman en su texto “Inteligencia emocional”, refiere que un paciente le comentaba: “Muchas veces se siente uno mejor cuando el médico que te atiende lo hace con una sonrisa y trato afectuoso, demostrando verdadero interés por tu problema, y eso vale más y es mucho más eficiente, que una fría receta expedida por un connotado especialista”.
El colofón de esta reflexión es: Atención con calor humano expresada en la puntualidad, respuesta rápida a las emergencias, atención a las llamadas telefónicas, que, si no lo puede hacer personalmente por estar ocupado, delegarlo por medio del personal auxiliar. Estar presto a responder las llamadas y los mensajes, ya que esa respuesta puede calmar un estado angustioso, aún a sabiendas de la existencia de pacientes irritantes, pero son gajes de oficio, y finalmente ser solidario con aquellos de pocos recursos, y más ahora en las difíciles circunstancias que vivimos.
En resumen: Cumplir con los juramentos de: Hipócrates y Razetti.