Dr. Carlos G. Jaime M.

La Genética se refiere a la trasmisión de caracteres comunes a la descendencia dada por los genes que son los responsables de dicha trasmisión, igualmente la Epigenética se refiere a la influencia del medio ambiente sobre el acervo cultural de los habitantes de una región geográfica durante su crecimiento y desarrollo, ambas confiriendo características idiosincráticas a los habitantes de un espacio.

¿Cuál es el porqué del tema? Porque quiero referirme a las dos en su influencia en la política venezolana.
Nuestros primitivos habitantes eran tribus dispersas de cazadores o pescadores nómadas, no comparables con la “cultura” de los que habitaban en los imperios Inca y Azteca que eran mucho más avanzados que los nuestros, y es tan solo hasta la llegada de los españoles que se logran asentar conformando pueblos con vocación agropecuaria y/o minera, imponiendo en forma punitiva a nuestros indígenas, patrones culturales totalmente extraños para sus ancestrales costumbres.

Hemos de tener en cuenta que estos hispanos provenían de una tierra de múltiples reinos que se habían unido ya con sentido de nación, después que Fernando e Isabel los cohesionaran expulsando a la dominación morisca de 7 siglos. Tiempo después del arribo de los españoles se instaura una nueva región llamada capitanía general de Venezuela, independizándola de los virreinatos de nueva granada y dominicana, siempre bajo la égida de un régimen monárquico, unificando las 7 provincias independientes.

La invasión de la península hispánica por Napoleón destronando a Fernando VII e imponiendo a su hermano como rey, causaron el levantamiento y resistencia de los iberos, movimiento que permea a sus colonias y estas también se levantan, pero curiosamente ya influenciados años antes por las ideas de los enciclopedistas franceses, sus líderes se percatan de la oportunidad que tienen entre manos de decidir por sí mismos su destino, y es nuestro país el que da el primer grito nacionalista que se esparce rápidamente por el resto de Latinoamérica. Esto ya lo sabemos por nuestros historiadores, pero indudablemente quedó en nuestros genes, la impronta “authoritas monárquica”, representada modernamente por el mesianismo que nos es tan caro.

¿A dónde quiero llegar? Después de leerme el formidable libro de Luis María Hanson de 1994 titulado “Don Juan”, en el que relata con lujo de detalles la caída de la monarquía española a raíz de la repercusión de la catástrofe económica de 1929, aunado a los errores de Alfonso XIII, quien llevado por su pensamiento decimonónico no supo atraerse a los intelectuales y menos aún a las masas obreras, permitiendo a éstas ser seducidas por la ideología socialista, errores que por cierto le obligaron renunciar al trono tratando de evitar un enfrentamiento sangriento fracasando sin embargo en su aspiración.

La consecuencia fue el nacimiento de la república que suscitó en el español medio un entusiasmo sin precedentes por la creencia que la misma iba resolver todo, pero la torpe intención de los republicanos al convertirla en la dictadura de un proletariado los llenó de resentimiento social, que provocó a su vez la reacción de la clase media conspirando con la derecha para forjar el fascismo más el alzamiento del ejército, lo que a su vez produjo la guerra civil derribando el fascismo la república, sin lograr la restauración de la monarquía, dejando como secuela la dictadura franquista.

Cinco meses después de finalizada la guerra civil estalló la segunda guerra mundial, y Franco germanófilo inicial, jugó astutamente el ajedrez político de los vencedores sabiendo aprovechar las apetencias de Stalin y el temor de los americanos e ingleses ante el peligro de una Europa bajo el “telón de hierro”, lo que le permitió aferrarse en el poder hasta morir en su cama 36 años más tarde.

¿Qué conclusión podemos sacar de todo esto? En primer lugar, nuestra afición por el mesianismo expresado en los caudillos del siglo IX que hasta mediados del XX, fueron eliminados por cierto por otro caudillo tachirense, Juan Vicente Gómez. Un corto período de democracia cercenado por la torpeza de un partido que por su política de retaliación dio paso a una nueva dictadura. Retorna la democracia que luego de 4 décadas sufre el deterioro de los partidos que se negaron renovar su dirigencia cuidando su gerontocracia, y nuevamente seducidos por los cantos de sirena de un carismático comandante, a este se le dio todo el poder que quiso y que pudo conservar por los inmensos recursos que le dieron los precios petroleros, hasta que se le acabó la plata y no pudo seguir en su ambición de convertirse en líder mundial, porque la parca le cortó el hilo vital.

Así se fue legandonos una Kakistocracia con prácticas financistas cleptomaníacas que le han permitido la compra a destajo de conciencias. Una oposición más retórica que accionaria casi cohabitando con los legatarios, bailando todos en un mezclote en el que confluyen intereses geopolíticos de grandes y medianas potencias enemigas del “imperio”, aliñadas con bandas irregulares dentro de una anomia colectiva, y como solemos jugar adelantado por ese prurito de reyezuelos de pequeñas parcelas de poder, no hemos sido capaces de jugar a la unión colocando por delante de los intereses personales, que son los de la patria que nos vio nacer y crecer.
“El triunfo no está en vencer siempre, sino en nunca desanimarse” Napoleón Bonaparte.

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