En Argentina, investigadores de la UBA y del Museo de Ciencias Naturales ‘Bernardino Rivadavia’ hallaron cuatro nuevas especies de abejas

Un grupo de investigadores de la Universidad de Buenos Aires (UBA) y del Museo Argentino de Ciencias Naturales ‘Bernardino Rivadavia’ descubrieron cuatro nuevas especies de abejas en la Argentina. Son nativas de este país, de Chile y de Uruguay. En la Argentina existen alrededor de 1 200 especies de abejas, pero los científicos estiman que la cantidad podría ser aún mayor.

El hallazgo se dio gracias a un relevamiento de abejas en varias provincias, en el que investigadores de la Facultad de Agronomía de la UBA (FAUBA) y del Museo Argentino de Ciencias Naturales encontraron cuatro nuevas especies del subgénero Chrysosarus, perteneciente al género Megachile. Su característica principal son los bordes filosos en las mandíbulas.

“En este trabajo nos enfocamos en un grupo de abejas del subgénero Chrysosarus, incluido en el gran género Megachile. Algo que caracteriza a la mayoría de las hembras dentro de Chrysosarus es que no poseen filos cortantes entre algunos dientes de sus mandíbulas. Nosotros, analizando distintas especies de la Argentina, encontramos ocho que sí tenían esos filos. Las estudiamos y descubrimos que cuatro de ellas son nuevas para la ciencia”, dijo a elDiarioAR, Juan Pablo Torretta, docente de la cátedra de Botánica General de la FAUBA e investigador del CONICET.

Torretta denominó a las especies Megachile basimacula, M. platensis, M. simpliciclypeata y M. sancticlaudii. Estas comparten rasgos como ser solitarias y construir sus nidos con pétalos y barro. “A cada celdilla de cría le dan forma de ‘barrilito’, y para eso, las hembras recortan trocitos ovalados y redondeados de pétalos usando esos bordes filosos en las mandíbulas”, describió el investigador en la Revista del Museo Argentino de Ciencias Naturales, en coautoría con Arturo Roig-Alsina, otro profesional de la institución.

“Además de estos nuevos insectos, otra de las abejas tratadas en el trabajo es una especie descripta hace más de 100 años por un señor llamado Vachal, y que nunca se había vuelto a mencionar en la literatura. Al no poder identificarla bien, pedimos información al Museo de Historia Natural de París y terminó siendo la abeja de Vachal. Ahora sabemos que se llama Megachile interjecta”, agregó.

Y explicó: “Entre otras cosas, en nuestro grupo estudiamos a las abejas en agroecosistemas: cuáles hay, cómo son sus ciclos de vida, qué comen y con qué alimentan a sus crías; es decir, buscamos saber qué recursos necesitan. En esta línea, una idea que tenemos es encontrar o manejar especies silvestres que sirvan como polinizadoras de algún cultivo o de plantas en general”.

La importancia de las abejas

La importancia de estos insectos es vital para los cultivos, ya que son grandes polinizadoras. Sin embargo, los estudios muestran una baja en su diversidad mundial y están en peligro de extinción.

El aumento de las temperaturas debido al cambio climático mató a muchas de sus poblaciones y expulsó a otras especies de abejas de sus áreas de distribución. El uso de los agrotóxicos es una de las causas principales de su declive. Otra motivo es la introducción de especies no autóctonas para polinizar cultivos agrícolas específicos, que tienen patógenos que provocan pandemias entre estos insectos.

“Creo que es clave favorecer el crecimiento en tamaño de las poblaciones silvestres de abejas. Y para eso hay que cambiar la forma de hacer agricultura: implementar rotaciones diversas, enriquecer la flora de los bordes de cultivos —especialmente la nativa— y usar menos pesticidas, entre otras cosas. La cuestión es mejorar la calidad de vida de las abejas y también la nuestra. Me parece que estamos en un momento ‘pivot’, y tenemos que pensar de acá para adelante nuevas y mejores alternativas para todos”, cerró Juan Pablo Torretta.

Fuente: econews.global